ROMA, Italia. El desalojo de ocho lujosas residencias construidas abusivamente por un valor de varios millones de euros y sobre todo una clara advertencia a la criminalidad romana que durante tres décadas ha impuesto su predominio en diversas zonas de la Ciudad Eterna, ante la ausencia en el territorio de las instituciones.
Es el resultado de la megaoperativo llevado a cabo por la policía local que permitió confiscar casas y bienes materiales del “clan Casamonica”, uno de los más famosos de la capital italiana.
La irrupción de la policía sorprendió en el sueño a sus habitantes, los cuales fueron arrestados, en espera de especificar los cargos en su contra.
El interior de las residencias, que serán demolidas, evidenciaron una de las características de la criminalidad: vivir en casas con todos los lujos posibles (aunque con poco gusto), incluyendo frescos en paredes y techos, estatuas de mármol de tigres, leones y caballos, cortinas bordadas con hilo de oro y aquello que los hace sentir poderosos más allá del bien y del mal.
Hace tres años, los romanos asistieron a un espectacular funeral de uno de los jefes del “clan Casamonica”, cuyo féretro fue transportado por una elegante carroza negra llevada por seis caballos negros desde la habitación del “capo” hasta la iglesia donde recibió los honores de la liturgia cristiana, mientras que un avión privado arrojaba rosas sobrevolando la zona donde numerosas personas asistían incrédulos al “show” fuera del templo.
El episodio provocó escándalo y puso en crisis a la junta de izquierda encabezada por por Ignacio Marino.
Esta vez, los aplausos fueron para la alcalde de Roma, Virginia Raggi, quien definió como “histórica” la operación, “una prueba de la intención de acabar con la ilegalidad en Roma”.
Efectivamente, este podría ser considerado como un significativo episodio, de la intención de Roma de combatir a fondo la criminalidad. Y es una importante bocanada de oxígeno, sobre todo después de los numerosos y continuos problemas, con las consiguientes críticas por la degradación de Roma, representada también por los infinitos baches en las calles de la ciudad, la ineficacia del transporte público y de la recolección de la basura, sólo para mencionar los más evidentes.