CIUDAD DEL VATICANO. La degradación reina alrededor de la Basílica de San Pedro. Vagabundos que no hacen caso de las duchas y los baños ubicados por orden del papa Francisco a un lado de la plaza símbolo de la cristiandad, prefiriendo hacer sus necesidades en la primera esquina que encuentran. Sin contar con la suciedad, restos de alimentos y papel higiénico usado, abandonados en las calles y que provocan olores nauseabundos.
Por las noches, debajo de las columnas de los dos edificios al final de la Vía de la Conciliación, que desemboca en la plaza de San Pedro, se dan cita personas sin techo, cubriéndose con cartones y trapos para dormir. A menudo estallan riñas debido al alto consumo de alcohol, como muestran los rastros al ingreso de la sala de prensa del Vaticano.
A esto se agrega los limosneros y vendedores ambulantes abusivos que “asaltan” a los turistas que visitan el Vaticano.
Al parecer, poco puede hacer la policía municipal que tiene sus oficinas a dos pasos del Estado del Papa, meta del turismo mundial, para combatir este fenómeno que perdura desde hace algunos años, no obstante las denuncias de los vecinos y de los medios de comunicación.