La guerra en Gaza ha causado un hundimiento sin precedentes del empleo y de la economía en general de este territorio palestino, muy por encima del causado por las anteriores confrontaciones militares en 2008, 2012, 2014 o 2021, según un análisis exhaustivo difundido este jueves por Naciones Unidas.
La economía gazatí está completamente devastada, pero también es muy grave la situación en Cisjordania y en Jerusalén Este, los otros dos territorios ocupados por Israel, donde las actividades económicas han sufrido una parálisis masiva y el desempleo se ha disparado.
Mientras tanto, Israel continúa la expansión de sus asentamientos-considerados ilegales por el Tribunal Internacional de Justicia-, la confiscación de tierras y la demolición de estructuras.
ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la agencia económica de Naciones Unidas y que desde hace cuatro décadas hace un seguimiento de la situación en los territorios palestinos, presentó este jueves información y datos que describen por primera vez el nivel de desplome de los medios de subsistencia de los palestinos más de once meses después de haberse iniciado la guerra.
Según las investigaciones del organismo, a principios de este año ya se habían destruido entre el 80 y 90 por ciento de los activos agrícolas de Gaza, incluyendo sistemas de riesgo, granjas de ganado, huertos, así como maquinarías e instalaciones de almacenamiento, lo que tuvo como consecuencia obvia el parón de la producción de alimentos.
En paralelo, el 82 por ciento de la las empresas privadas de la Franja resultaron dañadas o destruidas.
En el periodo entre el 7 de octubre -cuando Hamás atacó Israel- y el fin de 2023, el PIB de Gaza se desplomó un 81 por ciento y para mediados de este año la economía del territorio no era más que una sexta parte de su nivel de 2022.
En Cisjordania y Jerusalén Este, sectores fundamentales como el comercio, turismo y transporte están prácticamente paradas y el 80 por ciento de las empresas en la Ciudad Vieja de Jerusalén Este han cesado total o parcialmente sus operaciones.
Todo esto ha tenido como consecuencia el deterioro del empleo en Cisjordania, donde el 96 por ciento de negocios han disminuido su actividad y el 42 por ciento ha tenido que reducir su plantilla, lo cual ha llevado a una pérdida de 306.000 empleos (la tasa de desempleo ha pasado del 13 por ciento al 32 por ciento).
También en Cisjordania toda la actividad comercial se ha visto afectada por las fuertes restricciones de Israel al movimiento de personas y bienes palestinos, a través del aumento de puestos de control (de 567 el pasado octubre a no menos de 700 actualmente).
Además, el inicio de la guerra en Gaza coincidió con un periodo en el que las donaciones internacionales a Palestina -donde antes de la guerra el 80 por ciento de la población gazatí dependía de la asistencia internacional- estaban en su mínimo histórico.
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En su informe, la UNCTAD explica que esto dificultaba la capacidad de operar del Gobierno palestino, que ahora también se enfrenta a la retención de ingresos por parte de Israel, lo que le impide pagar a sus empleado o mantener servicios básicos de salud o educación.
Como única vía de solución, el organismo plantea brindar solución a la crisis humanitaria y que se establezcan las bases para una paz duradera, lo que debe incluir un plan de recuperación para Palestina que incluya más apoyo internacional, liberar los ingresos retenidos por Israel y levantar el bloqueo sobre Gaza.