La economía de Japón ingresó en fase de recesión, por primera vez desde 2015, ante un retroceso de 0,9% entre enero y marzo de este año, en plena pandemia de coronavirus, de acuerdo con datos oficiales divulgados el lunes.
La tercera mayor economía del mundo ya se había contraído 1.9% en el cuarto trimestre de 2019, antes del inicio de la pandemia, como resultado del impacto de tifones y un marcado aumento en los impuestos.
"Tenemos la expectativa de que lo peor aún esté por llegar, con el estado de emergencia en Japón y la severidad de la pandemia entre las naciones occidentales que continúan descarrilando la economía japonesa", dijo Naoya Oshikubo, economista senior de SuMi TRUST.
Sin embargo, el resultado del primer trimestre fue ligeramente mejor de lo esperado por analistas, que habían pronosticado un retroceso del orden de 1.1%.
Japón ha sido menos afectado por la pandemia que la mayoría de las economías avanzadas, con poco más de 16 mil casos en todo el país y alrededor de 750 muertes.
No obstante, las autoridades temían un pico explosivo, especialmente en la densamente poblada capital, Tokio, e instaron a las personas a quedarse en sus casas y cerrar el comercio.
El primer ministro, Shinzo Abe, había declarado el estado de emergencia que se levantó la semana pasada en la mayor parte del país, pero que se mantuvo en Tokio y Osaka.
"El consumo personal ha sido la principal víctima de la pandemia de Covid-19, ya que el gasto de los consumidores se ha visto muy afectado por esto, debido a que las personas se quedan en sus hogares", dijo Oshikubo.
"Pero la incertidumbre derivada de la propagación del virus también ha afectado la inversión de capital privado, en la medida en que las empresas reducen sus programas de gastos", agregó el experto.
En un intento por mitigar los peores efectos de la crisis, Abe se ha comprometido a dar a cada ciudadano un pago en efectivo de 100 mil yenes (unos 930 dólares).
Esos pagos forman parte de un paquete de medidas de estímulo para proteger empleos, reforzar el sector médico y aliviar las dificultades de las familias trabajadoras.
El turismo se ha reducido hasta en un 90%, la industria y el comercio se han detenido y el virus también obligó al aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se consideraba como un impulso para la economía.
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