De madera o de metal, tradicional o moderno, el kiosco, que en Grecia se llama “períptero”, forma parte del paisaje urbano desde 1911, pero la crisis desatada por la pandemia ha vuelto a poner a prueba este símbolo de Atenas.
La crisis económica, que tuvo lugar entre 2010 y 2018, acabó con casi la mitad de estos puestos pintorescos que, ubicados en la esquina de una vereda o de una plaza, venden cigarrillos, diarios, revistas, dulces, bebidas, golosinas y, ahora, macarillas y alcohol en gel.
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La epidemia del coronavirus pone en riesgo a esta institución ateniense, escenario de películas griegas y protagonista de canciones populares.
“Durante la crisis económica, pasamos de 11 mil a cinco mil 500 kioscos en todo el país, de los cuales 500 se encuentran en Atenas”, señala Theodoros Mallios, presidente de la Unión de Kiosqueros de la capital griega y agrega que “en estos últimos meses siguen cerrando. El confinamiento y las medidas sanitarias tomadas por el gobierno pueden ser muy difíciles de sobrellevar para nuestra profesión”.
CIERRE A MEDIANOCHE
A fines de septiembre, debido a un incremento de casos de coronavirus en las grandes ciudades, el gobierno anunció el cierre de los kioscos entre medianoche y las cinco de la mañana.
En las cercanías de la plaza central de Atenas, Sintagma, el kiosco de Panagiotis Karatsas funciona normalmente las 24 horas del día. “He perdido alrededor de 20 por ciento de mis ganancias debido a obligación de cerrar a medianoche. Pasé muchas dificultades en los dos meses de cierre por el confinamiento”, indica.
Haciendo frente a una pesada carga impositiva y con la caída del poder de compra de los griegos, varias veces pensó en cerrar su negocio.
“Varios de mis colegas cerraron sus puestos en el centro de Atenas, yo he resistido, pero ¿hasta cuándo? El coronavirus es una nueva prueba para todos”.
Apenas a unos metros, la misma angustia invade a Spiros Karagiorgis, quien se muestra “preocupado por el futuro”.
“En el centro de Atenas la situación es aún peor porque nuestros clientes suelen ser empleados de oficinas, muchos de los cuales ahora están en teletrabajo y los turistas este año no han pisado la capital”.
En seis meses, la cantidad de visitantes extranjeros cayó 76.9 por ciento, según datos del Banco de Grecia. El comerciante no sabe cómo pagará la licencia de mil 500 euros al ayuntamiento de Atenas, que gestiona los perípteros desde 2012.
Creados a comienzos del siglo XX, los kioscos fueron asignados a excombatientes para asegurar su subsistencia y dependían del ministerio de Defensa.
Ahora, es difícil que las municipalidades les renueven sus licencias porque “buscan liberar espacios para los peatones y les molestan los kioscos”, indica Mallios.
En el barrio de Petralona, ubicado bajo la Acrópolis, la plaza Merkuri está llena de terrazas. El kiosquero Giorgos Siaplaouras se queja de que “las medidas tomadas son ridículas y solo favorecen a los supermercados. No es cerrando antes los kioscos que los jóvenes dejarán de salir de fiesta”.
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