PARÍS. Cinco años después del ataque terrorista que acabó con la vida de 12 personas en el semanario satírico “Charlie Hebdo”, sus supervivientes abanderan un periodismo combativo contra el islamismo, una posición que levanta ampollas y es motivo de amenazas, especialmente en redes sociales.
Cuando a las 11:37 horas del 7 de enero de 2015 dos encapuchados asaltaron la oficina en plena reunión de contenidos, hacía ya once años que una portada de Mahoma había condenado a sus periodistas a vivir con estrictas medidas de seguridad. De hecho, Franck Brinsolaro, encargado de proteger a Charb, murió junto a él en aquella sala.
Se habían mudado a esa pequeña oficina, entre la plaza de la Bastilla y la de República, precisamente porque en 2011 su sede había sido incendiada de manera intencionada tras la publicación de un número titulado “Charia Hebdo” que parodiaba al profeta.
Tras la repercusión de “El Colgajo”, de Philippe Lançon, quien tras el ataque debió someterse a una veintena de operaciones para la reconstrucción de su mandíbula, el director del satírico, Riss, publicó recientemente “Une minute quaranteneuf secondes” (Actes Sud).
Más frío y menos indulgente con la Francia que siguió a la masiva manifestación del 11 de enero y su “Je suis Charlie”, Riss defiende en su narración la postura que marcó el rumbo del “Charlie Hebdo” que sobrevivió, estandarte de la lucha contra el fundamentalismo islámico, la extrema derecha y la “anti Ilustración”.
El ejemplar de conmemoración de este 7 de enero va contra las nuevas formas de censura y nuevas dictaduras, con una caricatura donde un hombre aparece aplastado por las redes sociales de su teléfono.
“'Charlie Hebdo' ha sido blanco de estos nuevos censores que en un clic se transforman en profetas de su propia religión y lanzan fatuas contra los blasfemos ignorantes. Vigilados en permanencia por estos pequeños gurús enfermos, estaríamos tentados de dejarnos vencer por el pesimismo”, escribe Riss en el editorial.
Tras haber superado unos años convulsos marcados en un primer momento por el enfrentamiento interno contra una parte de la plantilla que aspiraba a transformar el periódico en cooperativa y participar como accionistas en las nuevas y flamantes cuentas del periódico, “Charlie” observa ahora como el famoso lema “Je suis Charlie” fue para muchos una falacia.
“Creo que Charlie vuelve a estar solo. No hay ninguna solidaridad. El mundo olvida, como siempre, y se ha hecho más difícil”, decía Lançon en una entrevista en “Journal du Dimanche”.
Durante el quinto aniversario, Reporteros Sin Fronteras organizó una conferencia bajo el título “Los periodistas frente a la intolerancia religiosa”, donde pusieron en evidencia que el atentado no sirvió para aprender lecciones.
Entre los invitados, David Kaye, enviado especial de Naciones Unidas sobre la libertad de opinión y expresión, Ahmed Shaheed, encargado en la ONU de libertad de religión y convicción, que señalaron la necesidad de que todos los países miembros del organismo despenalicen los delitos por blasfemia.
“¿Quién osa hoy, después del atentado, criticar la religión? Nadie. Ese combate lo han ganado”, lamentó en el acto Richard Malka, abogado de la publicación, que indicó que “todos los años” reciben numerosas amenazas.
“Depositamos anualmente un puñado de denuncias. Tanto la policía como la Fiscalía se las toman muy en serio desde el atentado y las penas pronunciadas hasta ahora son relativamente duras”, explicó.
Según el abogado, las amenazas llegan exclusivamente a través de redes sociales.
La plantilla, refugiada en una redacción con alta seguridad y cuya dirección se mantiene en secreto, ha denunciado el abandono de buena parte de quienes los defendieron tras el ataque y que ahora se asombran ante sus portadas.
Su exacerbada postura antimilitarista, atea, crítica con la extrema derecha pero también con las izquierdas que “han inventado lo políticamente correcto para hacer olvidar su renuncia a la lucha contra la injusticia social” recoge reproches en todo el país.
“Van demasiado lejos”, “No respetan nada”, “No te metas con mi religión”, mostraba la viñeta del dibujante Sondron en el anterior aniversario, donde el personaje principal llevaba una pesarosa pancarta: “Ya no soy demasiado Charlie”.
Convencidos de las dificultades y que deben ser más combativos que nunca, los supervivientes y los familiares de las víctimas se enfrentan a un año clave en la investigación del ataque, cuyo juicio se celebra del 20 de abril al 3 de julio.
Malka sostiene que, hoy día, defender la libertad de prensa y “el maravilloso derecho a la blasfemia es defender el derecho a pensar el mundo según la propia razón, más allá de los dogmas”.