Ciudad del Vaticano.- Ya hay quien lo definió un encuentro histórico. Por primera vez, el Vaticano recibió a una delegación de miembros del LGBT, la cual en una audiencia con el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, pidió un claro pronunciamiento de la Iglesia católica en contra de la criminalización de homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales registrada en más de 70 países y en particular en el Caribe.
La delegación, encabezada por el argentino Eugenio Zaffaroni, presentó al “número dos” del Vaticano los resultados de una investigación llevada a cabo por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), según la cual en al menos 10 países caribeños hay leyes que criminalizan la homosexualidad, como en Jamaica, Barbados, Santa Lucía y otras ex-colonias británicas, donde la presencia católica es muy fuerte.
Conversando con un grupo de periodistas, Leonardo Raznovich, coordinador de la investigación del IIDH, dijo que “la Iglesia tiene un rol por jugar muy importante en estos países del Caribe, donde se sigue criminalizando a homosexuales, lesbianas y transexuales, lo que provoca violencia social. Por lo tanto, es necesario -subrayó- que la Santa Sede haga una declaración condenando esa criminalización, instando a las iglesias del Caribe y al resto del mundo a seguir la misma línea”.
La audiencia con el cardenal Parolin duró una hora y fue definida “histórica” por la delegación, ya que es la primera vez que el Vaticano recibe oficialmente a una delegación LGBT.
El Secretario de Estado “nos recibió muy bien, nos escuchó y puedo decir que se ha iniciado un diálogo que continuará”, dijo Leonardo Raznovich.
En un comunicado entregado a Parolin, se pide que la Iglesia católica declare que la criminalización de las personas LGBT “es una manifestación del odio irracional hacia lo que es diferente” y una “afrenta intolerable a la dignidad humana”.
Por su parte, Parolin habría asegurado que la documentación recibida será estudiada detenidamente y que la Santa Sede actuará en consecuencia. Asimismo, el cardenal precisó que la dignidad de la persona humana concierne especialmente a la Iglesia, por su doctrina y el Evangelio, y destacó que el catecismo de la Iglesia católica subraya la necesidad de evitar cualquier forma de discriminación y violencia contra todas las personas, sin exclusión alguna.