Según Transparencia Internacional, las elecciones de Estados Unidos del 2020 están en camino de costar 11 mil millones de dólares, con un estimado de 7 mil millones gastados en anuncios políticos. Entre un gasto récord y la frágil y tambaleante integridad del sistema político, se puede encontrar un marco regulatorio fallido y corrupto.
Los anuncios de televisión todavía controlan una gran parte del dinero que los candidatos, los partidos y los grupos externos gastan en las elecciones, pero son los anuncios digitales los que ahora constituyen la mayor parte. Se suman en los videos de YouTube, las líneas de tiempo de Facebook, búsquedas de Google y feeds de Instagram. Scott Greytak argumenta que estas tecnologías tenían la capacidad de ayudar a nivelar el campo de juego y empoderar a más estadounidenses para tener una voz significativa en sus elecciones. Pero, en cambio, se han convertido en las últimas herramientas para que una pequeña porción de estadounidenses pueda gastar cantidades ilimitadas de dinero en anuncios digitales sin transparencia, difundiendo sus agendas, y aumentando las desigualdades que continúan envolviendo las elecciones de EU.
Durante esta elección, el gasto que no está coordinado con un candidato no pudo ser limitado, porque no da lugar a la apariencia de corrupción. Esta misma regla se extendió a las corporaciones, incluidas aquellas que están autorizadas a mantener en secreto a sus donantes. Esto significa que en EU se pueden gastar cantidades ilimitadas de dinero en anuncios digitales, ya sea directamente o a través de corporaciones que no tienen que revelarlos como donantes.
En la última década, se ha encontrado que 10 mega donantes han gastado unos mil 200 millones en las elecciones federales, mientras que las corporaciones que no tienen que revelar a sus donantes han gastado cerca de mil millones y acercándose a la marca de 200 millones para el 2020, incluido un estimado de 16 millones gastados en anuncios de Facebook y Google.
A falta de reglas, las plataformas digitales han decidido actuar. Algunos, como Twitter, LinkedIn y TikTok, han renunciado por completo a los anuncios políticos. Algunos otros han adoptado nuevas prácticas y protocolos, como Facebook y Google que ahora exigen exenciones de responsabilidad sobre anuncios políticos y mantienen bibliotecas públicas de los anuncios que publican, pero no revelan la gama completa de parámetros de orientación que dirigen los anuncios. Otras plataformas de transmisión como Hulu y Roku ofrecen poca transparencia en su financiamiento y orientación.
Lo más importante es que todas estas nuevas reglas, son completamente voluntarias, ya que ninguna ley federal impide que estas empresas cambien de opinión una vez que la atención pública se ha desviado a otra parte, o las elecciones hayan terminado. EU debe desempeñar un papel descomunal para solucionar el problema de la transparencia de los anuncios digitales durante el periodo electoral.