PARÍS, Francia.- Francia comienza a enfrentar un verdadero desafío de seguridad porque en los próximos meses tendrá que liberar unos 450 yihadistas o islamistas radicalizados que están llegando al final de sus penas.
La información fue confirmada por la ministra francesa de Justicia, Nicole Belloubet.
“Estamos frente a un riesgo mayor”, comentó por su lado el Procurador de París, François Molins. Sobre ese total, unos 20 individuos peligrosos serán liberados este año y otros 30 en 2019”, precisó. “Existe el riesgo de que muchos de ellos no estén arrepentidos e incluso se hayan radicalizado aun más en la cárcel”; agregó.
Para hacer frente a esa amenaza, la ministra de Justicia aseguró que se adoptaron las medidas de precaución correspondientes y se mantendrán elevadas las alertas para evitar sorpresas.
Actualmente hay unos 500 presos condenados por hechos de terrorismo o por estar fichados como islamistas peligrosos, a los cuales se agregan otros mil 200 detenidos por delitos comunes que se radicalizaron en prisión. “El medio penitenciario opera como incubador de radicalización en la medida que favorece la interactividad entre dos tipos de detenidos”, destacó el Procurador.
Las excarcelaciones, sin embargo, no beneficiarán a los más peligrosos, es decir a los que cometieron atentados o participaron en su organización, pues la mayoría de ellos están todavía pendientes de juicio.
Molins apela a multiplicar las medidas ce seguridad para vigilar a los detenidos que recuperarán su libertad, lo que “exige un trabajo de fondo entre la administración penitenciaria, los servicios de inteligencia, los actores judiciales, la fiscalía y las autoridades regionales”.
Para evitar sorpresas, el gobierno proyecta “seguir de cerca" a los detenidos más radicalizados que recuperarán la libertad. Pero esas prevenciones no garantizan una seguridad total. Los expertos recuerdan que uno de los terroristas que cometió la masacre del semanario satírico Charlie Hebdo en enero de 2015 estaba bajo vigilancia permanente. Lo mismo ocurrió con Adel Kermiche, de 19 años, que el 26 de julio de degolló al sacerdote de la iglesia Saint-Étienne de Saint-Étienne-du-Rouvray, cerca de Normandía. El adolescente, fichado por su fanatismo islamista, portaba una pulsera electrónica el día del ataque.
"Seguiremos paso a paso a los liberados", prometió la ministra. Durante su permanencia en la cárcel, se clasifica toda la actividad de esos presos y, cuando recuperan su libertad tras purgar su condena, se transmite su expediente a los servicios secretos, aseguró Nicole Belloubet.
El gobierno francés, que lanzará en las próximas semanas un Plan de Acción Contra el Terrorismo (PACT), proyecta crear una célula encargada de vigilar a los excarcelados. “Debemos estar en condiciones de seguir paso a paso a todos los que salgan de la cárcel”, instruyó el presidente Emmanuel Macron a sus servicios.
Pero ese proyecto parece utópico. Un alto responsable francés de la lucha antiterrorista reconoció que es imposible monitorear a todos los perfiles sospechosos de radicalismo. Ningún servicio de inteligencia del mundo está en condiciones de hacer ese trabajo. "Vigilar a un sospechoso durante las 24 horas al día implica movilizar entre 20 y 30 policías", explicó.
"Con estas personas habrá que tener la misma actitud que con los que regresaron de Siria. No tenemos ninguna forma de evaluar la peligrosidad de los 500 que van a salir ni saber si renunciaron a la ideología de la yihad", explicó Yves Trotignon, ex analista antiterrorista de los servicios exteriores franceses DGSE. La única solución, a criterio de ese experto, reside en trabajar con las redes para saber quién se reúne con quién, quién llama a quien, quién recibe qué SMS para poder armar un diagrama de sus contactos.
“La mayoría de la gente que fue a la cárcel por radicalización yihadista está marcada a fuego”, estimó por su parte Alain Grignard, experto en islamismo de la Universidad de Lieja (Bélgica).