LAS LAJAS. Cuando China construyó una estación espacial militar en la región patagónica de Argentina prometió incluir un centro de visitantes para explicar el propósito de su poderosa antena de 16 pisos.
El centro ahora está construido, detrás de una cerca de alambre de púas de 2.5 metros de alto que rodea todo el complejo de la estación espacial. Las visitas son sólo con cita previa.
Envuelto en un halo de misterio, el complejo ha provocado preocupación entre los residentes locales, alimentó teorías conspirativas y suscitó inquietud en el gobierno de Donald Trump sobre su propósito, según vecinos, funcionarios argentinos actuales y anteriores, funcionarios estadounidenses, especialistas en satélites y astronomía y expertos legales.
El objetivo declarado de la estación es la observación y exploración espacial pacífica y, según medios de comunicación chinos, tuvo un papel clave en el aterrizaje pionero de una nave espacial china en el lado oscuro de la Luna en enero.
Pero el remoto complejo de 200 hectáreas funciona sin la supervisión aparente de autoridades argentinas, según cientos de páginas de documentos del gobierno argentino revisados por expertos en derecho internacional.
La exministra de Relaciones Exteriores del presidente Mauricio Macri, Susana Malcorra, confirmó en una entrevista que Argentina no supervisa las operaciones de la estación. En 2016, ella revisó el acuerdo de la estación espacial de China para incluir una estipulación de que sería sólo para uso civil.
El acuerdo obliga a China a informar a Argentina de sus actividades en la estación, pero no proporciona ningún mecanismo de cumplimiento para que las autoridades garanticen que no se está usando con fines militares, dijeron los expertos en derecho internacional.
"Diría que, dado que uno de los actores involucrados en los acuerdos informa directamente al ejército chino, es al menos intrigante ver que el gobierno argentino no abordó este tema con mayor especificidad", dijo Juan Uriburu, un abogado argentino que trabajó en dos grandes sociedades conjuntas de Argentina y China.
El programa espacial de China está dirigido por su ejército, el Ejército Popular de Liberación. La estación patagónica es administrada por el Control General de Seguimiento y Lanzamiento de Satélites de China (CLTC), que informa a la Fuerza de Apoyo Estratégico del EPL.
Pekín insiste en que su programa espacial tiene fines pacíficos y su Ministerio de Relaciones Exteriores destacó que la estación argentina es sólo para uso civil. Dijo que la estación estaba abierta al público y a los medios de comunicación.
"Las sospechas de algunos individuos tienen motivos ocultos", dijo el Ministerio.
La agencia espacial argentina CONAE aseguró que las emisiones de radio de la estación fueron monitoreadas, pero los expertos de radioastronomía dijeron que los chinos podrían ocultar fácilmente los datos ilícitos en estas transmisiones o agregar canales encriptados a las frecuencias acordadas con Argentina.
CONAE señaló que no tenía personal con base permanente en la estación, pero que hicieron viajes "periódicos" allí. No especificó con qué frecuencia.
PREOCUPA ESPIONAJE
Estados Unidos ha estado preocupado por lo que ve como la estrategia de China para "militarizar" el espacio, según un funcionario de Estados Unidos, quien agregó que había razones para ser escépticos ante la insistencia de Pekín en que la base argentina era estrictamente para la exploración.
"La estación de la Patagonia, acordada en secreto por un gobierno corrupto y financieramente vulnerable hace una década, es otro ejemplo de acuerdos chinos opacos y depredadores que socavan la soberanía de las naciones anfitrionas", dijo Garrett Marquis, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Algunos expertos en radioastronomía dijeron que las preocupaciones de Estados Unidos sobre espionaje eran exageradas y que la estación era probablemente lo que se anunciaba, una empresa científica con Argentina, incluso si el disco de 35 metros de diámetro de la estación podía espiar satélites extranjeros.
Tony Beasley, director del Observatorio Nacional de Radioastronomía de EU, dijo que la estación podría, en teoría, "escuchar" los satélites de otros gobiernos y que podría recoger datos confidenciales. Pero ese tipo de escucha se podría hacer con equipos mucho menos sofisticados.
Funcionarios argentinos han defendido la estación con el argumento de que el acuerdo con China no es diferente del firmado con la Agencia Espacial Europea (ESA), que construyó una estación en una provincia vecina. Ambos tienen contratos de arrendamiento libres de impuestos por 50 años. Los científicos argentinos en teoría tienen acceso al 10% del tiempo de antena en ambas estaciones. Pero los expertos en derecho que revisaron los documentos dijeron que hay una diferencia notable: la ESA es una agencia civil.
"Los gobiernos de la ESA juegan según las reglas democráticas", dijo Uriburu. "El partido no es el Estado. Pero ese no es el caso en China. El partido es el Estado".
En Estados Unidos, la NASA, como la ESA, es una agencia civil, mientras que los militares de los Estados Unidos tienen su propio comando espacial para misiones militares o de seguridad nacional. En algunos casos, la NASA y el ejército han colaborado, dijo Jonathan McDowell, un astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard- Smithsonian. "La línea se difumina a veces", dijo. "Pero esa es la excepción".
"CAJA NEGRA"
En Las Lajas, una ciudad de 7 mil habitantes ubicada a unos 40 minutos en automóvil de la estación china, en la provincia de Neuquén, la antena es una fuente de desconcierto y sospecha.
"Estas personas no permiten el acceso, no lo dejan ver", dijo Alfredo Garrido, un comerciante de 51 años. "Mi opinión es que no es una base de investigación científica, sino una base militar china".
Entre las teorías de conspiración más salvajes escuchadas durante un viaje de dos días a la ciudad se destaca una: que la base estaba siendo utilizada para construir una bomba atómica.
El camino de Las Lajas a la estación espacial es árido y polvoriento. No hay señales que indiquen la existencia de la estación. La amplia antena es repentinamente visible después de una curva en el camino de grava de la vía principal. Es el único signo de vida humana en la zona.
La estación entró en funcionamiento en abril. Treinta empleados chinos trabajan y viven en el lugar, que no emplea a locales, según la alcaldesa de Las Lajas, María Espinosa, que añadió que la estación ha sido buena para la economía local.
Espinosa relató que alquiló su casa a los trabajadores de la estación china antes de que se mudaran a la base, y que ella misma había visitado el sitio ocho veces.
Otros habitantes de Las Lajas destacaron que rara vez ven a alguien de la estación en la ciudad, excepto cuando el personal hace un viaje ocasional a su supermercado chino.
SIN SUPERVISIÓN
Cuando el Congreso de Argentina debatió la estación espacial en 2015, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, los legisladores de la oposición cuestionaron por qué no se estipulaba que fuera solo para uso civil. No obstante, el Congreso aprobó el trato.
Cuando Macri asumió el cargo en 2015, ordenó una revisión de una serie de acuerdos que Fernández había firmado con China. Le preocupaba que el acuerdo de la estación espacial no dijera explícitamente que debería ser sólo para uso civil, dijo Malcorra, su exministra de Relaciones Exteriores, quien voló a Pekín en 2016 para volver a trabajar.
Malcorra dijo que estaba limitada en su capacidad para revisar el acuerdo porque ya había sido firmado por Fernández. Sin embargo, los chinos acordaron incluir la estipulación clave: que sea para uso civil. Ella insistió en una conferencia de prensa con su homólogo chino en Pekín para dar a conocer esto.
Pero todavía se quedó corto en un punto clave: la supervisión.
"No había forma de que pudiéramos hacerlo después del nivel de reconocimiento que este acuerdo tuvo por nuestra parte. Esto fue reconocido, aceptado y aprobado por el Congreso", dijo Malcorra.
"Hubiera escrito el acuerdo de otra manera", agregó. "Tendría cláusulas que articulan el acceso a la supervisión". Malcorra dijo que confiaba en que Argentina podría acercarse a China por "garantías" si alguna vez existían dudas sobre las actividades en la estación. Cuando se le preguntó cómo sabría Argentina sobre esas actividades, dijo: "Habrá algunas personas que nos lo dirán, no se preocupen".
REGISTRO DE VISITANTES
La opacidad de las operaciones de la estación y la renuencia de los funcionarios argentinos a hablar sobre esto hace que sea difícil determinar con precisión quién ha visitado el complejo.
Un funcionario del gobierno provincial proporcionó una lista de periodistas locales que habían recorrido las instalaciones.
Un número de ellos parecía haber visitado la estación un solo día, en febrero de 2017, 14 meses antes de que se pusiera en funcionamiento, según mostró una revisión de sus historias y publicaciones en redes sociales.
Aparte de Espinosa, la alcaldesa de Las Lajas, nadie más en la ciudad había recorrido la estación. Sin embargo, el residente Matías Uran, de 24 años, dijo que su hermana estaba entre un grupo de estudiantes que la visitaron el año pasado. Vieron un comedor y una sala de juegos, dijo.
Alberto Amarilla, de 60 años, quien dirige un hotel en Las Lajas, recordó una cena a la que asistió poco después de que comenzó la construcción en el sitio.
Allí, dijo, un funcionario chino que estaba en la ciudad para visitar el sitio lo recibió con entusiasmo. Sus compañeros invitados a la cena le dijeron que el funcionario se había enterado de que Amarilla era un oficial retirado del ejército.
El funcionario, dijeron, era un general chino.