PARÍS, Francia. A pesar del atentado en Estrasburgo, que dejó tres muertos y 13 heridos, los chalecos amarillos están resueltos a mantener la nueva movilización del sábado próximo en París y en las principales ciudades francesas.
La determinación de los voceros del movimiento parece intacta, pese a los llamados a la cordura del gobierno.
El secretario del Interior, Laurent Núñez, apeló a la “responsabilidad general" diciendo que este sábado esperaba “ver menos manifestaciones” en el país. El gobierno decidió activar el nivel “emergencia atentado”, que constituye el escalón más elevado del dispositivo anti-terrorista Vigiepirate. Esa medida, sin embargo, no prohíbe las manifestaciones y por lo tanto no afecta las movilizaciones del fin de semana, anticipó el alto funcionario.
Núñez recordó, sin embargo, que las protestas del sábado pasado habían movilizado 89 mil hombres y dio a entender que debilitar el dispositivo nacional de seguridad en el actual contexto de amenaza terrorista representaba un enorme riesgo.
Es evidente que el impacto político, emocional y de seguridad complica la estrategia de los chalecos amarillos.
Ese dilema corneliano agudizó las divisiones entre las corrientes de “moderados” y “radicales” del movimiento, que ya habían comenzado a surgir después de las medidas sociales anunciadas por el presidente Emmanuel Macron en su discurso del lunes último.
Los “moderados”, que eran partidarios de darle “una oportunidad a Macron”, ahora consideran que no es responsable agregar nuevas dificultades en la actual situación de emergencia que vive el país. “La prioridad absoluta en este momento es la lucha contra el terrorismo”, comentó Christophe Chalençon, uno de los voceros más mediáticos del movimiento.
El ala más radical del movimiento, por el contrario, no oculta su determinación de continuar con las manifestaciones, según sugirió Thierry Marre, coordinador de los chalecos amarillos en Marsella. “Es poco probable que el atentado provoquen una suspensión de la movilización. No creo que retrocedamos”, estimó.
Los militantes están profundamente desconcertados además por la proliferación de rumores, tesis complotistas y “fake news” que circulan por las redes sociales. Esa campaña de desinformación sostiene que el atentado de Estrasburgo fue “organizado” para desmovilizar la acción de los “chalecos amarillos” y apaciguar la cólera social.