PARIS, Francia – Colocada por Estados Unidos entre la espada y la pared, Francia se prepara a recibir unos 150 yihadistas que combatieron en los campos de batalla de Siria e Irak.
Ese dilema se planteó en términos agudos debido a que el presidente Donald Trump insiste en retirar unos 2 000 soldados norteamericanos que combaten contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI). La Casa Blanca pidió el 4 de febrero a los otros aliados que repatríen los islamistas de sus respectivos países detenidos en Siria por las autoridades kurdas y por las Fuerzas Democráticas Siria (FDS), apoyadas por la coalición occidental que dirige Estados Unidos.
Para justificar su pedido, el Departamento de Estado argumentó que el EI se encuentra actualmente “debilitado y en desbandada”. En cambio, París y Berlín sostienen que, si bien sufrió varios reveses importantes, el grupo aún conserva un núcleo de varios miles de combatientes y controla al menos uno por ciento del territorio sirio.
Para forzar la mano del gobierno de París, Estados Unidos anunció que está dispuesto a hacerse cargo del traslado a Francia de esos combatientes. Incluso anticiparon que los aviones podrían aterrizar en la base de Villacoublay, al oeste de París. Otro posible escenario prevé el regreso a bordo charters arrendados y escoltados por aviones de la fuerza aérea francesa.
Los servicios de inteligencia norteamericanos aseguraron primero que hay “unos 110 yihadistas” en poder de los kurdos, de los cuales “75% mujeres y niños”. Luego ajustaron esa evaluación inicial, estimando que la cantidad real era cercana a 150. Las fuerzas francesas que participan en la lucha contra el EI en Siria e Irak estiman, sin embargo, que el número real de detenidos es mucho más elevado y ponen en duda los porcentajes evocados por Estados Unidos.
Si Francia no acepta que sean repatriados, esos detenidos “serán liberados”, amenazó Washington.
Las familias temen que, si Francia no acepta recibirlos, sean juzgados por la justicia iraquí y, seguramente, condenados a muerte y ejecutados. “Sería la peor de las hipótesis”, declaró Véronique Roy, miembro de un colectivo que agrupa unas 70 familias.
“La situación es aún muy fluida y evoluciona de hora en hora”, confesó una fuente cercana a las fuerzas de seguridad encargadas de preparar la eventual llegada de los yihadistas.
La perspectiva de un regreso inquieta seriamente al gobierno porque lo coloca en una situación particularmente difícil.
El ministro del Interior, Christophe Castaner, afirmó el martes último que París está preparando el regreso de decenas de yihadistas franceses detenidos por las autoridades kurdas en Siria, en lo que supone un cambio de posición de París. El gobierno francés se había opuesto hasta ahora a aceptar el regreso de esos combatientes por temor a que se conviertan en una bomba de tiempo.
Si bien aún no se conoce ninguna lista oficial, se sabe que entre los prisioneros en Siria e Irak hay, por un lado, una elevada cantidad de franceses que combatieron a último momento en las filas del EI o de otros grupos yihadistas que también fueron aniquilados en los últimos meses. Varios de los detenidos serían al parecer miembros del equipo que se encargaba de preparar las “acciones terroristas en el exterior”, entre ellos los atentados de París del 13 de noviembre de 2015. En esta categoría se encuentran los hermanos Fabien y Jean-Michel Clain, que fueron las “voces” del video que reivindicó esos ataques.
Uno de los escenarios que estudia el ministerio del Interior prevé que, a su llegada a París, los adultos serán colocados a disposición de la DGSI (Dirección General de Seguridad Interior) para ser interrogados antes de ser puestos a disposición de la justicia. Los niños, por su parte, serán entregados a los servicios sociales.
Hasta ahora se calculaba que, desde el comienzo del conflicto en 2014, 1.700 franceses radicalizados partieron hacia las zonas yihadistas. Sobre ese total, unos 450 probablemente murieron en combate y 300 habrían regresado. En ese caso, aun quedarían unos mil yihadistas perdidos en la naturaleza.