Roma.- Era sin duda el ex-terrorista más buscado por Italia. Después haber eludido durante casi cuatro décadas la justicia, gracias a la protección de gobiernos amigos y a pesar de haber sido condenado entre 1977 y 1979 a dos cadenas perpetuas, Cesare Battisti, líder de los “proletarios armados para el comunismo”, una rama de las “Brigadas Rojas”, terminó su fuga dorada en Bolivia.
Agentes del Interpol, en colaboración con la policía local y de la procuraduría de Milan (norte de Italia), lo capturaron en una calle de la localidad de Santa Cruz de la Sierra. Ahora se le abren finalmente las puertas de una cárcel italiana, donde tendrá que pagar su condena por cuatro homicidios en Udine, Milan y Venecia, entre 1978 y 1979. Las víctimas fueron dos policías, un carnicero y un joyero.
Después de haber sido arrestado en 1981, Battisti logro escapar de la cárcel y de Italia, refugiándose en México y sucesivamente en Francia. En Paris, amparado por la solidaridad del gobierno socialista de Francois Mitterrand quien negó su extradición a Italia, se convirtió en un exitoso escritor, apreciado inclusive por la mayor parte de los intelectuales franceses de izquierda. A mediados de los años ’90, regreso a México y al cabo de un par de años, el ex-terrorista se instalo nuevamente en Francia.
Las “escaramuzas” político-diplomáticas prosiguieron hasta 2004 cuando, temiendo que Francia aceptase finalmente extraditarlo, el ex-terrorista decidió establecer su residencia en Brasil, donde contó con la protección esta vez del gobierno de Lula da Silva. En este país Battisti se oculto hasta su detención, en 2007.
El Tribunal supremo brasileño había aceptado su extradición a Italia en 2009 aunque con un fallo no vinculante que dejo la decisión final en manos del mismo Lula da Silva, el cual la rechazo el 31 de diciembre de 2010, el ultimo día de su segundo mandato.
Todo cambio con la llegada del nuevo presidente brasileño, Jair Bolsonaro, el cual de inmediato prometio extraditar a Battisti, el cual de nuevo ya había escapado del país, hasta el sábado pasado¸ cuando en Bolivia, después de 14 años de refugio en Brasil, cayo en las redes de la justicia.
En espera de su llegada a Roma, este lunes, en Italia se evidencia que Battisti, no solo contó con el abrigo de gobiernos como el francés y el brasileño, sino también con una serie de contactos, seguramente menos institucionales, pero determinantes en la concesión de la necesaria protección, como en el caso de Bolivia.
La satisfacción en Italia por la captura de quien había perseguido durante casi 40 años, fue comprensible y unánime, tanto por parte del jefe de Estado, Sergio Mattarella, como del ejecutivo al completo. Todas las fuerzas políticas de mayoría y de oposición, dejaron de lado los contrastes y las polémicas, aplaudiendo unánimemente la noticia.