París.- El expresidente francés Jacques Chirac, fallecido este jueves a los 86 años, accedió al Elíseo al tercer intento para poner fin a 14 años de presidencia de la izquierda y supuso la consagración de un animal político que se ganó el cariño del pueblo con constancia y pragmatismo.
La popularidad de este hijo de militar, nacido el 29 de noviembre de 1932 en París pero originario de la rural Corrèze, en el centro de Francia, fue de menos a más, hasta que cuando salió del Elíseo en mayo de 2007 para dejar su puesto a su correligionario Nicolas Sarkozy era uno de los personajes más queridos del país.
Una buena imagen no enturbiada ni siquiera cuando en 2011 se convirtió en el primer expresidente galo condenado por corrupción, atrapado por los escándalos que dejó en la estela de su densa actividad de casi medio siglo en la primera línea.
Una nutrida carrera que le llevó a convertirse en figura esencial de la derecha francesa, en el origen de la conformación de los grandes partidos conservadores de los años 80 y 90.
Hasta que desde el Elíseo, que habitó entre 1995 y 2007, preconizó una política pragmática de ámbito conservador y se destacó por mantener el peso nacional de Francia en la Unión Europea.
Obstinado en recuperar el brillo del país en el concierto de naciones, recuperó en los primeros años de su mandato los ensayos nucleares en el Pacífico, mantuvo su independencia en el seno de la OTAN y frenó las tendencias más europeístas.
El último tramo de su presidencia estuvo marcado por su oposición a la guerra de Irak en 2003, lo que le valió una gran popularidad en el mundo árabe, y su fracaso en el referéndum de ratificación de la Constitución Europea en 2005, último episodio de las dificultades para arrastrar al pueblo que le acompañaron en su carrera.
Esa distancia marcó buena parte de su vida política, que comenzó al abrigo de Georges Pompidou, de cuya mano entró en la política conquistando en Corrèze un feudo electoral comunista en 1967.
Con esa gesta se convirtió ese año en el miembro más joven del Gobierno como secretario de Estado de Empleo, puesto desde el que tuvo un papel preponderante en las negociaciones que siguieron a las revueltas de mayo del 68.
Un año después dio el salto a la secretaría de Estado de Economía y, como figura "gaulista", comenzó su rivalidad en el campo conservador con el liberal Valéry Giscard d'Estaing.
Ministro de Agricultura en 1972, lo que le acercó a la Francia rural, donde asentó buena parte de su respaldo electoral, y del Interior en 1974, lo que aumentó su popularidad, Chirac apoyó a Giscard en las presidenciales de ese año y ese respaldo le llevó a ser nombrado primer ministro tras su victoria frente al socialista François Mitterrand.
La tregua entre ambas figuras conservadoras duró dos años, tiempo que Chirac aprovechó para convertirse en el líder de la derecha más paternalista y social que encarnaba el "gaulismo", tras la fundación del partido RPR, frente al liberalismo que representaba Giscard.
Un año después de su dimisión como primer ministro, conquistó la alcaldía de París y convirtió ese puesto en trampolín para sus ambiciones nacionales.
En 1981, desafió a Giscard y se presentó a las presidenciales, pero no pasó a la segunda vuelta, en la que Mitterrand venció al presidente saliente.
Pero Chirac logró convertirse en jefe de la oposición y cuando en 1986 la derecha ganó las legislativas volvió a ser primer ministro en la llamada primera cohabitación.
Desde ese puesto trató de conquistar por segunda vez el Elíseo en 1988, pero se quedó muy lejos de Mitterrand. Chirac se recuperó del golpe y siguió liderando la oposición, aunque cuando en 1993 comenzó la segunda cohabitación envió a la jefatura del Ejecutivo a su amigo Edouard Balladour.
La estrategia de asaltar el Elíseo fuera del poder dio sus frutos en 1995, cuando pese a que Balladour le traicionó y se presentó, pasó a la segunda vuelta y venció al socialista Lionel Jospin.
La política liberalizadora que emprendió en los dos primeros años de su mandato le ganó el desafío de los sindicatos, que paralizaron el país y le obligaron a disolver las cámaras.
Esto se saldó con una victoria socialista que le obligó a cohabitar con un Gobierno de izquierdas liderado por Jospin y le condenó a cinco años recluido como un presidente casi testimonial, pero también al abrigo del desgaste del poder.
En las presidenciales de 2002, Chirac recolectó el 80 % de los votos frente al líder de la extrema derecha, Jean-Marie Le Pen, que sorprendió con su calificación para la segunda vuelta.
Físicamente mermado tras sufrir un accidente cerebral en 2005, en sus escasas salidas públicas en sus últimos años mostraba una imagen envejecida, una mirada ausente que hacían pensar que su mente era incapaz de retener su extensa vida política.