El presidente francés, Emmanuel Macron, ordenó el domingo a su primer ministro que sostenga conversaciones con líderes políticos y manifestantes, mientras busca poner fin a una ola de protestas en todo el país después que manifestantes convirtieran el centro de París en un campo de batalla.
El sábado, la policía antidisturbios se vio sobrepasada por los manifestantes que corrían por los barrios más ricos de París e incendiaron decenas de autos, saquearon tiendas y destruyeron lujosas viviendas y cafés en los peores disturbios en la capital francesa desde 1968.
Las protestas comenzaron como reacción contra los aumentos del impuesto al combustible, pero se han extendido y plantean el mayor desafío hasta ahora para la presidencia de Macron, con una escalada de violencia e insatisfacción pública contra sus reformas económicas que encuentran al líder de 40 años con la guardia baja y luchando para recuperar el control.
Después de una reunión con miembros de su gobierno el domingo, la presidencia francesa dijo en una declaración que Macron había solicitado a su ministro del Interior que preparara fuerzas de seguridad para futuras protestas y a su primer ministro que mantuviera conversaciones con líderes políticos y representantes de los manifestantes.
Una fuente presidencial francesa dijo que Macron no se dirigirá al país el domingo a pesar de los pedidos para que ofrezca concesiones inmediatas a los manifestantes y dijo que la idea de decretar estado de emergencia no había sido discutida.
De regreso de la cumbre del G-20 en Argentina, Macron se dirigió rápidamente hasta el Arco del Triunfo, un venerado monumento y epicentro de las protestas del sábado, donde los manifestantes rayaron "Macron, renuncia" y "Los chalecos amarillos triunfarán".
La rebelión de los "chalecos amarillos" estalló el 17 de noviembre y se ha propagado rápidamente a través de las redes sociales, con manifestantes bloqueando carreteras en Francia e impidiendo el acceso a algunos centros comerciales, puntos de suministro de combustible y aeropuertos.
Autoridades dijeron que grupos violentos de extrema derecha y extrema izquierda, así como jóvenes de los suburbios, se infiltraron en las protestas del sábado.
El portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux, había dicho que el gobierno de Macronestaba considerando declarar estado de emergencia. El presidente estaba abierto al diálogo, añadió, pero no revertiría las reformas.
"No cambiaremos el rumbo. Estamos seguros de eso", dijo a radio Europa 1.