El golpe militar contra el gobierno liderado de hecho por Aung San Suu Kyi puede acercar aún más Birmania a China en detrimento de los inversores occidentales y perjudicar a la economía birmana, duramente golpeada por la pandemia.
Muchas empresas occidentales "van a decirse que no pueden quedarse", estimó David Mathieson, analista independiente basado en Birmania.
El golpe podría acentuar la disminución de las inversiones occidentales que se venía registrando desde los ataques contra la minoría rohinyá en 2017.
Estados Unidos y la Unión Europea amenazaron con aplicar nuevas sanciones que pueden poner en riesgo el sector textil en pleno auge desde la llegada de la empresa sueca H&M, la estadounidense GAP y la alemana Adidas.
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Por su parte, China, que tiene una frontera de 2.000 km con Birmania, reaccionó con moderación ante el golpe, llamando a las partes a solucionar sus diferencias.
"El desequilibrio que ya es importante entre Occidente y China va a acentuarse", dijo Françoise Nicolas, directora de la sección Asia del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
Los militares birmanos organizaron el golpe por ambición política pero "también tenían miedo de perder a término el control sobre sus poderosos intereses económicos", agregó Nicolas.
Los militares están implicados en el comercio de jade y rubíes y tienen intereses en conglomerados del sector inmobiliario, el turismo y la banca.
Las inversiones de Pekín
China se presenta como un "vecino amistoso" de Birmania y sigue impulsando sus inversiones en el marco del plan "nuevas rutas de la seda", que contempla entre otros proyectos una zona económica especial con un puerto de aguas profundas, construcción de centrales eléctricas o una línea ferroviaria.
Otro de los grandes objetivos chinos es crear un corredor económico, el "China Myanmar Economic Corridor" para logra un acceso directo al océano Indico.
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Birmania es una fuente de recursos naturales para China, que importa madera, jade y gas natural.
"A China no le interesa que se instale el caos en su vecino", señaló Olivier Gaillard, director de información de Crisis24, un grupo especializado en seguridad internacional.
Otro país con muchos intereses en juego es Japón, tercer socio económico de Birmania que está construyendo una zona económica especial en Rangún.
Japón fue uno de los primeros países en reconocer el resultado de las legislativas de noviembre, ganadas por el partido de Suu Kyi pero calificadas de fraudulentas por los militares birmano.
El golpe puede poner de rodillas a la economía birmana, consideró Françoise Nicolas.
"Eso va a hacer retroceder a Birmania que estaba sacando la cabeza del agua. Las medidas de Aung San Suu Kyi empezaban a dar sus frutos", destacó.
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De 2015 a 2017, la pobreza pasó de 48% de la población a menos de 25%.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) que recientemente aportó una ayuda de urgencia de 350 millones de dólares para ayudar a Birmania a luchar contra la pandemia dijo que estaba "muy preocupado" por las consecuencias del golpe en la economía.