PARÍS. Los israelíes acusan a Hamas de promover una escalada militar a fin de llamar la atención internacional obligando a las autoridades israelíes a suspender el festival de Eurovisión, previsto para el próximo fin de semana en Tel Aviv. Los dirigentes y la prensa israelí viven angustiados ante la posibilidad de que se produzcan disparos de cohetes en Tel Aviv o en las inmediaciones del aeropuerto Ben Gurión. Las delegaciones de más de 40 países comienzan a llegar para participar en ese acontecimiento que las autoridades consideran esencial para la imagen de Israel, pues la fase final tendrá una audiencia de 200 millones de espectadores.
En los próximos días también se recuerda la independencia de Israel, que coincide con el primer aniversario del desplazamiento de la embajada de EU a Jerusalén.
Los dirigentes palestinos creen que existe un contexto favorable para acentuar la presión sobre el gobierno israelí.
Obtener un mínimo de concesiones resulta vital para Hamas. Después de gobernar durante 10 años ese enclave de 365 km2 poblado por 2 millones de habitantes que se encuentran al borde de la asfixia, ahora enfrenta una fuerte ola de protestas de la población, encolerizada por el aumento del costo de vida, una tasa de desocupación que afecta a 53% de la mano de obra activa y los frecuentes cortes de electricidad que dificultan el funcionamiento de la vida cotidiana.
Hamas se siente desbordado por grupos más radicales, como el Yihad Islámico, y trata de recuperar el control de la situación.
Egipto y la ONU procuran mediar desde el sábado para restablecer la calma, pero -por el momento- los beligerantes parecen poco proclives a negociar.