SEÚL. Corea del Norte conmemoró el décimo aniversario de la muerte de Kim Jong-il, de quien heredó el poder su hijo Kim Jong-un, con una ceremonia en Pionyang en la que se ensalzaron la figura del actual líder y de su padre.
Es tradición que Kim Jong-un rinda homenaje a su padre y abuelo en los aniversarios de su muerte o nacimiento visitando el interior de Kumsusan, pero es la primera vez que se convoca un acto tan multitudinario en el exterior del recinto para rendirle homenaje.
Sin embargo, esta década se ha visto enmarcada por el hambre y la brutal represión. La cifra de muertes en los primeros 10 años de gobierno de Kim Jong-un aún no ha igualado los récords establecidos por su abuelo o su padre, los dos tiranos que reinaron con terror en el país antes que él.
Es probable que la cantidad de personas que Kim Jong-un haya ordenado matar personalmente, como su tío en 2013 y su medio hermano en 2017, ascienda a cientos.
Pero su década en el poder, ha resultado ser un desastre para las personas que viven en la nación comunista. El estado aislacionista se ha vuelto aún más, ya que la frontera norte con China se cerró durante la pandemia.
Mientras tanto, la inseguridad alimentaria significa que “toda una generación de niños” están desnutridos, como ha informado Naciones Unidas.
Es difícil encontrar cifras concretas de cuántos han muerto de hambre y las condiciones relacionadas con la desnutrición, como diarrea y neumonía, bajo el mandato de Kim. Para especialistas, el mandatario norcoreano tiene la capacidad de superar incluso el dramático número de muertes de sus predecesores familiares.
La primera década de Kim Jong-un en el poder ha visto una continuación de la represión mortal y las políticas fallidas que han mantenido a los norcoreanos viviendo con miedo y bajo la amenaza de morir de hambre durante los últimos 70 años.
Incluso antes de que Kim sellara la frontera con China en enero de 2020, Corea del Norte registró una escasez de alimentos de alrededor de 1.36 millones de toneladas métricas en 2018 y 2019.
Su solución ha sido confiar en la ayuda y, en octubre, decirle a su gente que coma menos hasta 2025. Mientras tanto, durante sus 10 años en el poder, Kim ha desviado alrededor de una cuarta parte del PIB de Corea del Norte hacia el ejército.