Hiroshima, Japón.- Siete décadas después de la bomba nuclear que la borró del mapa, Hiroshima ha logrado reinventarse a sí misma y colocarse entre los lugares más visitados del cada vez más turístico Japón.
La mayor parte de los visitantes observan en silencio la Cúpula de la Bomba Atómica, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y símbolo del sufrimiento al que tuvo que hacer frente Hiroshima, que este lunes conmemora el 73 aniversario del ataque.
Junto a la cúpula se sitúa, como cada día desde hace 11 años, Kosei Mito, guía voluntario y superviviente más joven de la bomba atómica, que sufrió cuando estaba aún en el útero materno.
Durante esta última década, el “hibakusha” (nombre mediante el cual son conocidos los supervivientes de la bomba) ha compartido su historia con 66 mil personas procedentes de más 170 países, por lo que tiene materiales informativos en siete idiomas diferentes. Más de 10 millones de personas visitan cada año esta ciudad del oeste nipón, una cifra que se ha triplicado durante los últimos cuatro años en el caso del turismo foráneo.
Hiroshima, junto con Tokio y la monumental Kioto, forma parte de la ruta clásica de los turistas occidentales en Japón, atraídos en el caso de esta ciudad casi en exclusiva por el llamado Parque de la Paz, que acoge los restos de la Cúpula de la Bomba y un impresionante museo sobre el impacto del ataque.
Estados Unidos lanzó el primer ataque nuclear de la historia sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y tres días después lanzó una segunda bomba atómica sobre Nagasaki (suroeste), lo que condujo a la capitulación de Japón el 15 de agosto y puso fin a la II Guerra Mundial.
El Museo Memorial de la Paz de Hiroshima recoge testimonios de los supervivientes de esta tragedia, así como ropas y otros objetos pertenecientes a los fallecidos, en un intento por enseñar a los visitantes la realidad que dejó tras de sí la bomba. “Es mi segunda vez aquí, es un lugar muy importante y esta vez tenía que traer a mis hijos”, cuenta la turista neozelandesa Jayne Hibbard, de visita en este “impactante” museo.
Entre todas las piezas del museo, las miradas se fijan dos grullas de papel, unas piezas de papiroflexia con un enorme simbolismo por la paz popularizadas por Sadako Sasaki, una víctima de la bomba atómica que falleció a los 12 años a causa de la leucemia. En particular, estas dos grullas fueron donadas al museo en mayo del pasado año por el entonces presidente estadounidense Barack Obama, el primero en su cargo en visitar Hiroshima.
El superviviente Shigeaki Mori recuerda entre lágrimas la visita y, en particular, la imagen que llenó las portadas de todo el mundo: la suya siendo abrazado por Obama, en lo que se convirtió en un símbolo de la reconciliación entre ambos países.