Washington, Estados Unidos.- ¿Es un pastel de boda una forma de expresión artística que se puede rechazar por motivos religiosos a una pareja homosexual?
La insólita pregunta será debatida este martes en la Corte Suprema en Washington, con importantes consecuencias para la sociedad estadounidense.
En este caso emblemático se enfrentan un repostero del estado de Colorado, Jack Phillips, y dos hombres actualmente casados, Dave Mullins y Charlie Craig.
La transacción comercial frustrada se remonta al 19 de julio de 2012. Nadie se imaginó entonces que cinco años más tarde se hablaría del asunto en el más alto tribunal de Estados Unidos y que los protagonistas estarían en las portadas de la prensa nacional.
Invocando su fe cristiana, Jack Phillips explicó muy francamente en su pastelería "Masterpiece Cakeshop", en los suburbios de Denver, que no podía aceptar un pedido de Mullins y Craig.
Ambos presentaron entonces una demanda basados en una ley del estado de Colorado que prohíbe cualquier discriminación en comercios que atienden al público.
Luego el caso fue engordando y adquiriendo una gran carga política y emocional debido a que afectaba principios valiosos para los estadounidenses: la libertad religiosa, la igualdad sexual y la libertad de expresión, protegida por la Primera Enmienda de la Constitución.
Los abogados del repostero aseguran que el pastel representa la institución del matrimonio y que transmite pues un mensaje, contrariamente a un simple 'croissant'.
"Jack atiende a todos los que ingresan a su comercio, cualquiera sea su historia y su medio social. Pero, como cualquier artista, no puede dar cualquier mensaje", explica a la AFP el abogado de Jeremy Tedesco, principal defensor de Phillips.
Washington, Estados Unidos | AFP | martes 05/12/2017 - 08:42 UTC-5 | 696 palabras
por Sébastien BLANC
¿Es un pastel de boda una forma de expresión artística que se puede rechazar por motivos religiosos a una pareja homosexual? La insólita pregunta será debatida este martes en la Corte Suprema en Washington, con importantes consecuencias para la sociedad estadounidense.
En este caso emblemático se enfrentan un repostero del estado de Colorado, Jack Phillips, y dos hombres actualmente casados, Dave Mullins y Charlie Craig.
La transacción comercial frustrada se remonta al 19 de julio de 2012. Nadie se imaginó entonces que cinco años más tarde se hablaría del asunto en el más alto tribunal de Estados Unidos y que los protagonistas estarían en las portadas de la prensa nacional.
Invocando su fe cristiana, Jack Phillips explicó muy francamente en su pastelería "Masterpiece Cakeshop", en los suburbios de Denver, que no podía aceptar un pedido de Mullins y Craig.
Ambos presentaron entonces una demanda basados en una ley del estado de Colorado que prohíbe cualquier discriminación en comercios que atienden al público.
Luego el caso fue engordando y adquiriendo una gran carga política y emocional debido a que afectaba principios valiosos para los estadounidenses: la libertad religiosa, la igualdad sexual y la libertad de expresión, protegida por la Primera Enmienda de la Constitución.
Los abogados del repostero aseguran que el pastel representa la institución del matrimonio y que transmite pues un mensaje, contrariamente a un simple 'croissant'.
"Jack atiende a todos los que ingresan a su comercio, cualquiera sea su historia y su medio social. Pero, como cualquier artista, no puede dar cualquier mensaje", explica a la AFP el abogado de Jeremy Tedesco, principal defensor de Phillips.
Libertad artística
"¿Debe ser obligado un fabricante de camisetas ateo a producir camisetas con la leyenda 'Dios existe'? ¿Puede un redactor de discursos demócrata ser obligado a escribir un discurso para un político republicano y viceversa?", se pregunta el abogado.
Del lado de Dave Mullins y Charlie Craig evitan caer en la trampa del debate jurídico sobre lo que puede representar o no una torta y denuncian una discriminación sexual.
"Este caso no atañe a la libertad artística. No pedimos una obra de arte. Hemos padecido un rechazo basado en lo que somos, fuimos públicamente humillados a causa de lo que somos", asegura a la AFP Mullins, quien llegó a Washington junto a Craig.
Legiones de abogados y lobbistas hicieron estas últimas semanas campaña en favor de la pareja o del repostero.
Phillips es apoyado por gobernadores de una veintena estados del país, decenas de legisladores y por grupos cristianos conservadores. Pero sobre todo sumó a su causa al gobierno de Donald Trump, quien afirma que el pastelero no puede ser obligado a poner su talento para violar sus propias creencias religiosas.
La pareja homosexual es defendida por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) y numerosas organizaciones convencidas de que una derrota en el terreno de los derechos de los homosexuales sería seguida por otros retrocesos en materia de derechos civiles.
Floristas, peluqueros...
"La religión fue utilizada en el pasado para defender la esclavitud, la segregación, la discriminación", asegura Dariely Rodriguez, de Lawyers Committee for Civil Rights Under Law (Comité de Abogados por los Derechos Civiles).
Según Rodriguez, el caso Masterpiece Cakeshop es comparable a otro que se remonta a 1968, en el que el propietario de una cadena de restaurantes especializados en barbacoas se negaba a atender a negros a causa de sus creencias religiosas.
Si Phillips logra ser absuelto en nombre de su libertad artística, advierte Rodriguez, ésta "se aplicará a todos los comercios al margen de este contexto de un matrimonio (gay): se aplicará a los comercios de comidas, las peluquerías, las tiendas de ropa. No tendría fin".
Pero el abogado del repostero rechaza la analogía racial.
"La raza no tiene nada que ver con lo que define a un matrimonio. El matrimonio considerado como la unión entre un hombre y una mujer es una creencia anclada en las mayores religiones del mundo --el judaísmo, el islam y el cristianismo-- en todas las épocas, culturas y razas", afirma Tedesco.
Tras la audiencia solemne de este martes, la Corte Suprema fallará a más tardar a fines de junio de 2018.
/afa