Históricamente diversos dogmas religiosos se han convertido en un núcleo duro de votantes republicanos por sus tendencias ideológicas conservadoras, y en las elecciones de 2016 no fue la excepción al votar por el entonces candidato Donald Trump.
Cuatro años después, las tendencias religiosas han dado un vuelco para elegir al futuro mandatario del país. Muchos elementos de las congregaciones han comenzado a mostrar un distanciamiento hacia las políticas de Trump.
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El Partido Republicano y el presidente Trump han presionado por la nominación de la jueza conservadora Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo de Estados Unidos en las últimas semanas, lo que pone de manifiesto la extraordinaria importancia que el mandatario otorga al electorado cristiano evangélico, un segmento que conforma una base de votantes y uno de los estratos más influyentes de la vida social, cultural y política del país, con un peso mucho mayor del que los números podrían indicar por sí solos, sin embargo esto no ha sido suficiente para un sector.
Aun así, prueba del impacto de la nominación de la jueza en el electorado evangélico es que el respaldo de este segmento a Trump subió, de 55 por ciento en agosto, a 71 por ciento a finales de septiembre, según una encuesta del Instituto de Estudios Públicos de Religión, un aumento de 15 puntos gracias a ese gesto.
Pero de cara a las elecciones, Trump va a pagar un doble precio por tanta insistencia en su magistrada. Primero, entre los cristianos de otras confesiones y, segundo, entre los propios evangelistas. Sobre el primer grupo, una reciente encuesta de Pew Research destaca un descenso de la intención de voto entre los católicos blancos, así como en otras confesiones: 90 por ciento de los americanos protestantes de raza negra ha declarado su apoyo a su rival demócrata Joe Biden.
El exvicepresidente lidera también entre judíos, católicos hispanos y las personas sin filiación religiosa, según el sondeo.
Además es considerable el aumento del apoyo de los votantes católicos de raza blanca a Biden (28 por ciento frente a 16 por ciento concedido en 2016 a la entonces rival de Trump, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton), según Fox News.
El mayor problema, sin embargo, emerge dentro de las filas evangelistas, un sector cada año más castigado por el rejuvenecimiento de la población, pues este sector dentro de los evangelistas podría inclinar la balanza tan solo si 10 por ciento votará a favor de Biden.
También están los mormones, habitualmente votantes de republicanos, pero algunos miembros de esta iglesia conservadora se han mostrado desanimados por la gestión de Trump, principalmente las mujeres de la congregación.
Muchos de ellos están hartos de la retórica y el comportamiento del Presidente y están en desacuerdo con las enseñanzas de la iglesia sobre sexo, lenguaje soez, empatía y humildad, antivalores que el mandatario estadounidense promueve.
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