La Fiscalía de Francia pidió una pena de 17 años de prisión por violación agravada contra Jean-Pierre Maréchal, un hombre que imitó los métodos de Domninique Pelicot para drogar con somníferos y violar a su esposa.
Maréchal, es el único que no está procesado por agredir sexualmente a Gisèle Pelicot, sino a su propia esposa, a quien le administró somníferos a escondidas entre 2015 y 2020, aproximadamente una decena de veces, para abusar sexualmente de ella, junto con Dominique Pelicot, que acudió al hogar de la pareja.
Al confesar los hechos, Jean-Pierre se reconoció como un "violador criminal".
"Quiero a mi mujer. (...) Estoy en la cárcel y me lo merezco. Hice cosas repugnantes. Soy un criminal y un violador", admitió este exempleado de una cooperativa. "Lo que hice es espantoso, quiero un castigo severo", añadió.
Las violaciones cesaron un día en que Dominique Pelicot estaba en casa de Maréchal para violar a la mujer de éste y la víctima se despertó.
Los hechos que se juzgan en Aviñón desde el 2 de septiembre pasado sucedieron entre julio 2011 y octubre de 2020, primero en la región parisina y más tarde en la casa a la que los Pelicot se habían mudado al jubilarse en la localidad de Mazan, cerca de Aviñón.
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Dominique Pelicot le propuso a Jean-Pierre inicialmente "violar" a Gisèle "varias veces". Pero "me negué", aseguró.
A la pregunta de si el principal acusado le había dicho que Gisèle estaría "drogada y que buscaba un hombre para su esposa dormida y medicada", respondió afirmativamente, socavando un argumento esgrimido habitualmente por los abogados defensores de que sus clientes no habían sido informados de este procedimiento.
Jean-Pierre M dijo sufrir y ser testigo de abusos en la infancia
El principal acusado está imputado en otros dos casos de violencia de género, uno por la violación y el asesinato de una mujer en 1991 y el otro por una tentativa de violación con arma blanca en 1999.
Jean-Pierre M. también detalló las veces que, de niño, tuvo que hacerle felaciones a su padre para que él y su hermana pudieran acompañarlo a pescar, además de las escenas de violación de su padre a su madre que tuvo que presenciar.
El mediático juicio se ha convertido en un símbolo del uso de drogas para cometer agresiones sexuales, práctica conocida como sumisión química, y relanzó en Francia el debate sobre la cuestión del consentimiento.
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Desde el inicio del proceso, activistas y asociaciones feministas han vuelto a pedir a los hombres que "asuman por fin su responsabilidad" en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y que "dejen de permanecer en silencio".