La importancia de la belleza en medio de la barbarie

Los refugiados de todo el mundo, a menudo con derechos legales limitados o nulos, aún invierten esfuerzos considerables en embellecer su entorno, algo que parece esencial para todos los seres humanos

Stephanie Acker

  · viernes 24 de noviembre de 2023

Un grupo de niños se reúne para cantarle “Happy birthday” a una niña. Como los niños de su edad en casi todo el mundo, algunos de ellos visten ropa con estampados de Elsa y Anna, los personajes de Frozen, pero a diferencia de la mayoría, ellos celebran en el contexto de una guerra en la Franja de Gaza que, según estimaciones de las Naciones Unidas, ya ha matado a más de 4 mil 500 infantes palestinos.

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Celebrar cualquier cosa puede parecer extraño o incluso inapropiado ante tanta devastación y en medio de lo que muchos llaman un genocidio.

Sin embargo, en la investigación sobre refugiados que he llevado a cabo con la artista y académica Devora Neumark -quien ayudó a escribir este artículo-, hemos descubierto que la necesidad de embellecer el entorno es generalizada y profundamente beneficiosa, especialmente en las desgarradoras circunstancias de pérdida, desplazamiento y peligro.

Cuando las personas se ven desplazadas de sus hogares, encontrar o crear belleza puede ser tan vital como hallar comida, agua y refugio.

Gaza, hoy

En las primeras seis semanas de la guerra entre Israel y Hamas, el 70 por ciento de los 2.3 millones de residentes de Gaza tuvieron que abandonar o perdieron sus hogares.

Más de la mitad se hacinan en algún refugio, mientras que otros se apiñan en casas de familiares y vecinos. Los alimentos son escasos y cada vez más caros. Según la ONU, la gente recibe sólo el 3 por ciento del agua que necesita cada día, y gran parte del agua que tienen está contaminada.

Las cosechas están muriendo. Las mamás no producen leche materna. La gente se está enfermando. Hay una grave escasez de fórmula para bebés y de anestesia para quienes necesitan cirugía. La falta de espacio y el estrés y el miedo abrumadores añaden el sueño a la lista de cosas difíciles de conseguir.

Belice suspendió las relaciones diplomáticas con Israel por ataques a la Franja de Gaza. | Foto: AFP

Estas necesidades son urgentes y esenciales. Sin ellas la gente morirá. Demasiados ya lo han hecho, mientras que las condiciones de quienes viven son horribles. Hacen que sea difícil ver mucho más.

Pero las interminables imágenes de bombas y sangre ocultan la historia de la vida, el color y la creatividad que existían en Gaza. Y ocultan la belleza que persiste a pesar de la guerra.

La belleza muchas veces es vista como un lujo. Pero este no es el caso. Es lo contrario.

Un impulso humano

La belleza ha sido un sello distintivo de toda civilización humana. Hemos descubierto que los refugiados de todo el mundo, a menudo con derechos legales limitados o nulos, todavía invierten esfuerzos considerables en embellecer su entorno. Ya sea que se alojen en refugios o en apartamentos improvisados, pintan paredes, cuelgan cuadros, ponen papel tapiz y alfombran los pisos. Transforman alojamientos simples y aparentemente temporales en espacios personalizados, en apariencias de hogar.

Los refugiados reorganizan espacios para compartir comidas, celebrar días festivos y organizar fiestas, para saludar a amigos, realizar bailes y despedirse. Queman incienso, sirven té en porcelana decorativa y recitan oraciones sobre esteras ornamentadas. Estos simples actos tienen un significado profundo, incluso en medio de desafíos.

Los estudiosos Layla Zibar, Nurhan Abujidi y Bruno de Meulder han contado la historia de Um Ibrahim, una refugiada siria que cuando estaba embarazada, ella y su marido transformaron en su hogar la tienda de campaña que les entregaron en un campo de refugiados en la región del Kurdistán de Irak.

Construyeron paredes de ladrillo, pintaron las paredes y los vecinos colocaron plantas en macetas y sillas para crear porches en sus refugios temporales para poder reunirse con amigos. Convirtieron las carreteras en lugares para celebrar ocasiones especiales.

Hicieron un nuevo hogar, pero también lo hicieron sentir como “solía ser en Siria”.

Crear esperanza en un lugar sin ella

Los beneficios de la belleza son prácticos y transformadores, especialmente para los refugiados.

Muchos refugiados experimentan un trauma. Todos experimentan pérdida. Embellecer es una forma de ejercer albedrío, llorar y sanar.

En total, desde hace 30 días ya han muerto más de 9 mil 700 palestinos por bombardeos en la Franja de Gaza. l Foto: EFE

Actos simples, como organizar una casa, barrer el piso o colocar intencionalmente un objeto, permiten a los refugiados infundir a un área su propia identidad y gusto, y proporcionan una forma de afrontar la situación cuando uno tiene poco control sobre cualquier otra cosa. A menudo, una vez que alguien es etiquetado como refugiado, todas sus otras identidades quedan eclipsadas o desaparecen.

El estudio de Devora Neumark de más de 200 personas que experimentaron desplazamiento forzado encontró que embellecer el hogar ayudó a sanar el trauma intergeneracional causado por el desplazamiento forzado.

Neumark observó que la participación de los niños en los esfuerzos por embellecer su hogar parecía influir positivamente en sus propios mecanismos de afrontamiento y bienestar.

Además, si los niños pudieran imaginar sus hogares antes del desplazamiento a través de las historias e imágenes compartidas con ellos, entonces las acciones tomadas para embellecer sus hogares actuales podrían ser transformadoras. Sirvieron como puente que conecta el pasado con el presente y facilitaron el proceso continuo de curación y preservación de la identidad.

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En última instancia, hacer que un espacio se sienta más cómodo, seguro y personalizado es una expresión tangible de esperanza para el futuro.

Crear, presenciar y experimentar la belleza ofrece una conexión con lo familiar, trabaja para preservar la identidad cultural y fomenta la pertenencia.

Es lo que garantiza que una niña en Gaza no sólo celebre su cumpleaños, sino que también lo haga lo más hermoso posible.



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