MIAMI. Países como China, Israel, India, Estados Unidos, y hasta la Unión Europea, han llevado a nuevos niveles la carrera espacial que antes formaba parte de la lucha ideológica entre Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética.
Hoy, incluso la iniciativa privada busca su lugar en ese sector. La carrera por la conquista del espacio, que durante muchos años -aquellos de la denominada “Guerra Fría”- buscaba demostrar que un sistema político-económico era superior al otro, ha derivado en un negocio que llama la atención de nuevos actores que no solo incluye a diversos estados nacionales sino a empresas privadas como Virgin o SpaceX.
DIVERSOS FINES
Los intereses discurren entre los fines puramente científicos hasta aquellos que explotan el turismo y la administración del tiempo libre con vuelos que incluyan estaciones espaciales privadas con comodidades dignas de un hotel de cinco estrellas y, por supuesto, wifi, porque una cosa es salirse de la tierra y otra, muy distinta, es estar incomunicado en estos tiempos.
El interés por la frontera espacial llega hasta la posibilidad de establecer asentamientos humanos tanto en la Luna como en Marte. La llegada del cohete reutilizable hace posible el abaratamiento de los costos de lanzamiento, entre otras acciones como las de colocar satélites en órbita.
En un ejemplo, el envío de paquetes que hoy en día se hace por avión ganaría en tiempo y ahorraría en recursos si un cohete fuera capaz de hacer las entregas.
PARTICIPACIÓN PRIVADA
Hace un año, en febrero de 2018, la firma privada Space X puso exitosamente en órbita el cohete Falcon Heavy, y marcó un hito en la industria puesto que se convirtió en el primero que lo hace desde el ámbito privado sin participación de ningún gobierno o agencia gubernamental.
Los nombres de multimillonarios famosos como Elon Musk, Jeff Bezos y Richard Branson están ligados con la batalla de la empresas privadas por colonizar el espacio. Virgin Galactic, la empresa de Branson, ya vendieron boletos a razón de 250 mil dólares para llevar turistas de alto nivel a viajes cortos por el espacio suborbital. La apuesta es bajar los precios para volver populares estos destinos.
GOBIERNOS NO SE RINDEN
El gobierno de China presentó a fines de 2018 un prototipo de estación espacial que buscará realizar experimentos científicos relacionados con micro gravedad y biología. Espera ponerla en funcionamiento en 2022 con el nombre de “Palacio celeste”.
Estados Unidos tiene tal vez la marca más alta, porque anunció en fecha reciente que volverá a enviar hombres a la Luna, aunque lo hará con la intención de establecer una base que sería el paso intermedio para llegar a Marte, el misterioso planeta rojo.
Existen versiones de prensa que hablan de la posibilidad de que la potencia de Norteamérica establezca una división militar espacial con personal y equipos para operaciones especiales y una agencia de desarrollo espacial que incluiría fabricación de software. El espacio que se abre es enorme.