Desde hace 15 años he visto evolucionar drásticamente la forma en que nos relacionamos. Pero uno de los temas que siempre quedan vagos son la comprensión y respeto mutuo entre los individuos que debe existir a través del lenguaje. Los entornos de trabajo remoto también han dado paso a una nueva era de comunicación multicanal, digitalizada y transfronteriza, agregando factores que dan más matices a la forma en la que interactuamos.
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Aspectos como el género, la raza, edad, condición social y un largo etcétera de prejuicios están en juego a la hora de interactuar en la actualidad, pues en definitiva, nos encontramos en una era de “cambio” de visibilizar lo invisible y de romper paradigmas.
Como resultado, la sociedad está realizando grandes esfuerzos para utilizar un lenguaje más inclusivo como parte de un todo que debe contribuir a construir un mundo mejor y más humano.
Además de reflexionar críticamente sobre nuestra forma de comunicarnos, hay algunos aspectos clave y consejos que ser un punto de partida para cambiar y crear espacios personales y empresariales más respetuosos, seguros y equitativos:
Elimina el término “señores/niños”, para hablar en general. Las redes sociales han brindado a las mujeres, las personas no binarias y transgénero un foro para hablar sobre sus experiencias, lo que ha provocado un impulso en la igualdad de género en el lugar de trabajo. Pero el lenguaje sexista y excluyente a menudo se utiliza sin darnos cuenta. Hay algunas palabras y frases que podrían evitarse como "señores" o "damas y caballeros", que pueden parecer inofensivas porque son muy comunes, pero el uso de estas puede estar excluyendo a las personas sin saberlo. Opciones más inclusivas como "equipo", "personas" o "ustedes", reemplazan los términos de género y crean un entorno más acogedor para todas las personas.
Con frecuencia usamos palabras que tienen connotaciones negativas o de juicios para describir a las personas que se identifican como mujeres. Las mujeres con poder a menudo se describen como "mandonas", en lugar de asertivas; sus respuestas se califican de "emocionales" en lugar de apasionadas; a las mujeres de color se las considera "agresivas" por expresar sus opiniones. Estos términos deberían eliminarse, especialmente en entornos profesionales.
No asumas. En nuestra sociedad es normal asumir que el del liderazgo sea un hombre. En lugar de dar por hecho cualquier cosa, hay que referirse con términos neutrales de género o preguntar cómo se identifica esa persona. Lo ideal es presentarse con los pronombres con los que quieres ser identificado y mantenerlos en el trabajo, perfiles sociales y firmas de correo electrónico.
El mundo es global, abracemos otras culturas. Las herramientas de colaboración y videoconferencias en el ámbito de trabajo han hecho que el mundo realmente no tenga fronteras. Las plataformas de aprendizaje de idiomas, como Babbel, son empleadores que adoptan una fuerza laboral multicultural. Incluso si una empresa trabaja con un idioma principal, acoger a personas de todo el mundo también significa tener en cuenta las diferencias culturales y lingüísticas.
No todos los modismos tendrán sentido para aquellos que no son hablantes nativos del idioma, ya sea lingüística o culturalmente. "Es pan comido", "tomar el pelo", o “hacer borrón y cuenta nueva” son varios de los ejemplos de aquellas expresiones en español que no tienen traducción literal a otros idiomas.
En un entorno empresarial y profesional, lo mejor es utilizar un lenguaje directo y claro. Esta práctica puede ayudar a evitar malentendidos o interacciones potencialmente irrespetuosas.
Es crucial pronunciar correctamente los nombres y apellidos de los compañeros. Los nombres a menudo tienen un significado cultural y son una parte esencial de la identidad de una persona. Si interactuamos con alguien tanto a nivel personal como profesional, está bien preguntar cómo se pronuncia su nombre y así establecer una conexión.
El lenguaje capacitista se esconde a simple vista. Es decir, que hace uso de palabras que devalúan a las personas que tienen una discapacidad o sufren trastornos mentales, enfermedades o algún tipo de limitación. Esos términos pueden ser seriamente dañinos para las personas que luchan con ello a diario, especialmente ante trastornos, estigmatizando o trivializando aún más sus experiencias. Algunos ejemplos para evitar son: "está loca", “me suicido por…”. Decir “soy adicto a…” también entra en esta categoría, porque la adicción es considerada también trastorno neuropsicológico. En su lugar, se puede decir "me encanta" o "disfruto". Hacer referencia a otras enfermedades diagnosticables con frases como "estoy deprimido" o "seguro es bipolar" hace que sea más difícil para quienes luchan en la realidad expresar adecuadamente cómo se sienten.
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El uso de un lenguaje inclusivo es un trabajo en progreso. A medida que aprendemos más sobre las comunidades marginadas y las preferencias individuales, podemos seguir mejorando la forma en que hablamos unos con otros. Es vital abordar los cambios en el lenguaje con paciencia y delicadeza. No todos eliminarán el lenguaje excluyente de la noche a la mañana, pero con esfuerzo y una mentalidad abierta, podemos hacer que nuestras interacciones personales y profesionales sean más respetuosas.
* Experta en sociolingüística de Babbel.