BRASILIA. A tres meses de las elecciones en Brasil, el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva domina todos los sondeos, en tanto que el presidente Jair Bolsonaro suma escándalos y apuesta en nuevos subsidios para apalancar su improbable reelección.
Los brasileños irán a las urnas el próximo 2 de octubre y el país está ya sumergido en una campaña anticipada, con una clara ventaja en las encuestas para Lula, que tiene cerca de 48 por ciento de la intención de voto frente a 30 por ciento que se le atribuye a Bolsonaro.
Seis de las diez encuestas difundidas en los últimos quince días coincidieron en que el candidato progresista hasta podría ganar en primera vuelta con poco más del 50 por ciento, lo que ha disparado todas las alarmas en la campaña del líder de la ultraderecha.
Con una inflación del 12 por ciento, un 10 por ciento de desempleo, 33 millones de personas pasando hambre, una pandemia que no acaba de ser superada y que Bolsonaro minimiza hasta hoy pese a que ya mató a casi 670 mil brasileños, la propia situación del país ya sería un obstáculo para el capitán de la reserva del Ejército.
Pero a eso se le suman unas graves denuncias de corrupción en el Ministerio de Educación y la renuncia, tras acusaciones de acoso sexual hechas por funcionarias de la propia entidad, del presidente de un banco estatal muy próximo al gobernante.
Bolsonaro ha respondido a esos recientes escándalos con silencio, pero al mismo tiempo ha movilizado a su base parlamentaria a fin de que el país sea declarado en un “estado de emergencia”.
Eso permitiría al gobierno lanzar un nuevo paquete de subsidios para los más pobres sin violar la legislación electoral, que en circunstancias normales impide medidas de esa naturaleza durante los seis meses previos a unos comicios.
Ayer, a tres meses de las elecciones, Bolsonaro y Lula participaron en sendos actos en la ciudad de Salvador, capital del estado de Bahía, con motivo de una fiesta patriótica regional.
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Bolsonaro encabezó un paseo en moto seguido por miles de personas por una avenida que bordea las playas de las zonas más acomodadas de Salvador, tras el cual remarcó sus diferencias con Lula.
Lula, por su parte, congregó a miles de seguidores en un barrio popular, donde insistió en que en octubre próximo los brasileños “van a derrotar al fascismo, a derrotar al odio para dar amor y a derrotar a las armas para crear bibliotecas”.