/ sábado 13 de mayo de 2017

Macron vivirá en una burbuja de seguridad

Desde que se convirtió en presidente electo de Francia, la vidacotidiana de Emmanuel Macron cambió radicalmente: ahora vive y sedesplaza dentro de una burbuja de seguridad extrema.

El refuerzo de ese dispositivo es una consecuencia lógica de laola de atentados que sufre Francia desde enero de 2015 y lasamenazas yihadistas.

Hasta su victoria en la elección presidencial del domingopasado, el candidato se movía con un automóvil normal,acompañado por un vehículo de custodia y un equipo de 10 agentesde seguridad. Esa misma noche tuvo que adaptarse a las mismasreglas de protección que rigen para el actual presidente FrançoisHollande: su escolta pasó a 20 personas que pertenecen al Grupo deSeguridad de la Presidencia de la República (GSPR), compuesto pormás de 60 efectivos que operaban hasta el mes de abril bajo ladirección de la comisaria Sophie Hatt.

Ese dispositivo corresponde al nivel 3 (sobre 4) de la escala deevaluación de riesgos que aplica la Unidad de Coordinación de laLucha Anti-terrorista (UCLAT) para proteger a los altosfuncionarios.

Como presidente, esa evaluación podrá ser recalificada hastallegar al grado 1, nivel que se aplica en caso de “amenazainminente”. Es posible que el dispositivo se refuerce, teniendoen cuenta que el 5 de mayo, 48 horas antes de la segunda vuelta dela elección, un comunicado del grupo yihadista Estado Islámico(EI) incluye al “presidente de Francia” entre los objetivos defuturos ataques terroristas.

Cada vez que se desplaza, ahora debe utilizar un vehículoblindado que viaja en medio de cinco SUV con guardaespaldas delservicio de protección del Palacio del Elíseo, su convoy esprecedido por un grupo de motociclistas de la gendarmería nacionaly va siempre escoltado por dos o tres scooters con comandos deelite encargados de neutralizar a eventuales agresores.

Las calles donde están ubicados su domicilio y su cuartelgeneral de campaña fueron inmediatamente bloqueadas por lapolicía al tránsito de vehículos e incluso de peatones que noresiden en la zona. Una parte del dispositivo de prevención deatentados no es visible: en los techos hay tiradores de élite ygrupos de artificieros revisan en forma permanente todos losrincones donde puede ocultarse un kamikaze o es posible colocar unabomba. También se apostaron policías en la casa de fin de semanaen el balneario de Le Touquet, sobre la costa atlántica, a 240kilómetros al norte de París.

Su esposa Brigitte tiene, por su parte, un equipo de seguridad ycuando se desplaza moviliza tres vehículos.

El presidente electo, que recién asumirá el poder el domingopróximo a las 10:00 horas (03:00 tiempo de México), también tuvoque abandonar los dos portátiles que usaba habitualmente yreemplazarlos por un teléfono celular Teorem que codificaautomáticamente las conversaciones y utiliza las redes especialesreservadas al aparato estatal. En sus oficinas también se instalóun aparato fijo “securizado” idéntico al que tiene Hollandesobre su escritorio.

A partir del domingo, el nuevo jefe del Estado se instalará enlos aposentos presidenciales del Palacio del Elíseo que es, enrealidad, un apartamento de 140 m2 ubicado en el ala este deledificio con vista a los jardines posteriores. Desde ese momento,su seguridad quedará bajo la responsabilidad del grupo deprotección del jefe del Estado.

Los responsables del GSPR saben que, a diferencia de Hollande,garantizar la seguridad de Macron se convertirá en una verdaderapesadilla porque al nuevo presidente busca en permanencia elcontacto con la gente, no quiere aislarse y, como demostró en lacampaña, no le tiene miedo a la multitud.

“Si uno escucha a los agentes de seguridad, termina comoHollande”, se le escucha decir en un documental difundido estasemana por la televisión francesa. Sus guardaespaldas reconocenque el principal problema será su temeridad: “Nunca estaré encondiciones óptimas de seguridad… porque el país es así”,comentó a fines de abril, cuando se sumergió en medio de un grupode obreros en huelga de la fábrica Whirlpool.

Desde que se convirtió en presidente electo de Francia, la vidacotidiana de Emmanuel Macron cambió radicalmente: ahora vive y sedesplaza dentro de una burbuja de seguridad extrema.

El refuerzo de ese dispositivo es una consecuencia lógica de laola de atentados que sufre Francia desde enero de 2015 y lasamenazas yihadistas.

Hasta su victoria en la elección presidencial del domingopasado, el candidato se movía con un automóvil normal,acompañado por un vehículo de custodia y un equipo de 10 agentesde seguridad. Esa misma noche tuvo que adaptarse a las mismasreglas de protección que rigen para el actual presidente FrançoisHollande: su escolta pasó a 20 personas que pertenecen al Grupo deSeguridad de la Presidencia de la República (GSPR), compuesto pormás de 60 efectivos que operaban hasta el mes de abril bajo ladirección de la comisaria Sophie Hatt.

Ese dispositivo corresponde al nivel 3 (sobre 4) de la escala deevaluación de riesgos que aplica la Unidad de Coordinación de laLucha Anti-terrorista (UCLAT) para proteger a los altosfuncionarios.

Como presidente, esa evaluación podrá ser recalificada hastallegar al grado 1, nivel que se aplica en caso de “amenazainminente”. Es posible que el dispositivo se refuerce, teniendoen cuenta que el 5 de mayo, 48 horas antes de la segunda vuelta dela elección, un comunicado del grupo yihadista Estado Islámico(EI) incluye al “presidente de Francia” entre los objetivos defuturos ataques terroristas.

Cada vez que se desplaza, ahora debe utilizar un vehículoblindado que viaja en medio de cinco SUV con guardaespaldas delservicio de protección del Palacio del Elíseo, su convoy esprecedido por un grupo de motociclistas de la gendarmería nacionaly va siempre escoltado por dos o tres scooters con comandos deelite encargados de neutralizar a eventuales agresores.

Las calles donde están ubicados su domicilio y su cuartelgeneral de campaña fueron inmediatamente bloqueadas por lapolicía al tránsito de vehículos e incluso de peatones que noresiden en la zona. Una parte del dispositivo de prevención deatentados no es visible: en los techos hay tiradores de élite ygrupos de artificieros revisan en forma permanente todos losrincones donde puede ocultarse un kamikaze o es posible colocar unabomba. También se apostaron policías en la casa de fin de semanaen el balneario de Le Touquet, sobre la costa atlántica, a 240kilómetros al norte de París.

Su esposa Brigitte tiene, por su parte, un equipo de seguridad ycuando se desplaza moviliza tres vehículos.

El presidente electo, que recién asumirá el poder el domingopróximo a las 10:00 horas (03:00 tiempo de México), también tuvoque abandonar los dos portátiles que usaba habitualmente yreemplazarlos por un teléfono celular Teorem que codificaautomáticamente las conversaciones y utiliza las redes especialesreservadas al aparato estatal. En sus oficinas también se instalóun aparato fijo “securizado” idéntico al que tiene Hollandesobre su escritorio.

A partir del domingo, el nuevo jefe del Estado se instalará enlos aposentos presidenciales del Palacio del Elíseo que es, enrealidad, un apartamento de 140 m2 ubicado en el ala este deledificio con vista a los jardines posteriores. Desde ese momento,su seguridad quedará bajo la responsabilidad del grupo deprotección del jefe del Estado.

Los responsables del GSPR saben que, a diferencia de Hollande,garantizar la seguridad de Macron se convertirá en una verdaderapesadilla porque al nuevo presidente busca en permanencia elcontacto con la gente, no quiere aislarse y, como demostró en lacampaña, no le tiene miedo a la multitud.

“Si uno escucha a los agentes de seguridad, termina comoHollande”, se le escucha decir en un documental difundido estasemana por la televisión francesa. Sus guardaespaldas reconocenque el principal problema será su temeridad: “Nunca estaré encondiciones óptimas de seguridad… porque el país es así”,comentó a fines de abril, cuando se sumergió en medio de un grupode obreros en huelga de la fábrica Whirlpool.

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