PARIS – Un grupo de indignados diputados conservadores pidió ayer la renuncia “inmediata” de Theresa May, después que la primera ministra admitió la posibilidad un segundo referéndum si el Parlamento aprueba su nuevo proyecto de Brexit el 3 de junio próximo.
En un esfuerzo desesperado por obtener el apoyo de la Cámara de los Comunes, que dentro de dos semanas debe votar por cuarta vez su proyecto de Brexit, propuso “un nuevo acuerdo” que incluirá la posibilidad de convocar a un segundo referendo y mantener una estrecha relación aduanera con la Unión Europea (UE).
Esa iniciativa, sin embargo, encierra una pequeña trampa retórica. Lo que propone Theresa May no es una nueva consulta popular para que los electores se pronuncien a favor o en contra de la salida de Gran Bretaña de la UE. En realidad, se trata de un llamado “referendo de confirmación” que permitirá a los británicos indicar si aceptan o rechazan el acuerdo de Brexit obtenido por el gobierno y aprobado por los Comunes el 3 de junio.
“Aquellos diputados que solicitan un segundo referendo para confirmar el acuerdo deben comprender que, para que eso suceda, primero se necesita un acuerdo de salida”, advirtió.
May aseguró que, si los diputados apoyan el nuevo texto del Brexit, el gobierno les acordará el tiempo necesario para organizar una consulta popular que apruebe o rechace los términos del mismo.
La propuesta de May está dirigida sobre todo a obtener el apoyo de la oposición laborista, que tendría así un argumento para apoyar el texto firmado con la UE el pasado noviembre.
Otro anzuelo dirigido al laborismo que figura en el nuevo proyecto de May es la posibilidad de conservar a Gran Bretaña alineada con los estándares europeos en el terreno de los derechos laborales y la homologación de los derechos ambientales de la UE.
Ambas medidas eran exigidas por el “Labour”, que hace cinco días anunció la ruptura de las negociaciones con el gobierno para hallar una posición común que permitiera salir de la parálisis actual. "En las recientes negociaciones no pudimos ponernos de acuerdo", explicó May. "Los laboristas quieren una unión permanente y el gobierno ofreció una unión temporal... El Parlamento resolverá esta cuestión", agregó.
La jefa del gobierno aseguró “haber escuchado las inquietudes” del pequeño Partido Unionista Democrático norirlandés (DUP) sobre la conflictiva “red de seguridad” (“backstop”). Esa cláusula, incluida en el tratado de salida de la UE, está destinada a evitar el retorno a una frontera física entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, preservando así los acuerdos de paz de 1998, pero también la integridad del mercado único europeo.
La solución consistía, hasta ahora, en que el “backstop” debía entrar en vigor después del periodo de transición si Londres y Bruselas no llegaban a ningún acuerdo sobre las futuras relaciones comerciales antes de mediados de 2020. Ayer, Theresa May precisó que el gobierno británico “tendrá la obligación de hallar soluciones alternativas antes de diciembre de 2020”. El argumento no parece haber convencido a los 10 diputados del DUP que anunciaron su intención de votar en contra por cuarta vez.
La 'premier' indicó que bastaría con que 30 diputados cambiaran de opinión y votaran a favor de su acuerdo, que fue rechazado la última vez por 344 votos a 286. En un último guiño a los 34 'tories' del ala dura que votaron contra ella la última vez, May reafirmó su oferta de abandonar su puesto "antes de lo que habría deseado”.
Sus concesiones al laborismo desencadenaron la ira de los conservadores euroescépticos que calificaron el mantenimiento de una unión aduanera con la UE de “ausencia absoluta de Brexit”.
El exministro David Jones calificó el discurso de May de “inaceptable” y predijo que su gesto, previo a las elecciones para el Parlamento Europeo, aumentará en forma considerable el apoyo popular al Partido del Brexit, la nueva formación euroescéptica, xenófoba y racista creada hace tres semanas por Nigel Farage.
El ministro de Asuntos Escoceses, David Mundell, advirtió que un Brexit sin acuerdo podría provocar el estallido del Reino Unido. Que los diputados adopten o rechacen el nuevo acuerdo, para May no cambiará nada. La primera ministra se apresta a ceder su puesto, empujada hacia la salida por sus propios correligionarios.