PARÍS, Francia. La crisis institucional británica se agravó ayer profundamente después que el Parlamento rechazó la idea de un segundo referéndum sobre el Brexit y también se negó a prolongar la fecha de salida definitiva de la Unión Europea (UE), prevista para el 29 de marzo.
Al mismo tiempo aprobó una enmienda proponiendo reemplazar el backstop (red de seguridad) sobre la frontera entre las dos Irlandas con algunos "arreglos alternativos" a negociar con Bruselas. Ese mandato obliga a la primera ministra Theresa May a explorar la posibilidad de renegociar el acuerdo con Bruselas. Esa hipótesis, sin embargo, fue excluida en forma terminante por las autoridades de la UE en diversas ocasiones considerando que no hay ninguna negociación posible.
Esa misma posición fue nuevamente reiterada ayer por el presidente del Consejo Europeo de la UE, Donald Tusk: “El backstop es parte del Acuerdo de salida, y el Acuerdo de retiro no está abierto a la renegociación”, dijo en un tuit difundido instantes después de la votación.
También la República de Irlanda reafirmó anoche que el acuerdo “no está abierto a una negociación”.
Gran Bretaña llegó a ese callejón sin salida después que el Parlamento rechazó una serie de enmiendas destinadas a calibrar el apoyo que podían tener diversos proyectos que agitan desde hace días a los medios políticos.
La Cámara de los Comunes excluyó, por ejemplo, todas las opciones posibles capaces de permitir un “no deal”, es decir una salida desordenada de la Unión Europea (UE). Esa posición obligará a Gran Bretaña a aceptar, en última instancia, el acuerdo sobre el Brexit de 585 páginas negociado por la primera ministra Theresa May durante 17 meses con las autoridades de Bruselas.
Los diputados se negaron también a entregar el control de las negociaciones al Parlamento durante un día por semana durante los próximos dos meses.
Poco antes de comenzar la sesión, May había expresado su intención de pedir a Bruselas la reapertura de la negociación sobre el texto de acuerdo concluido con la UE a fines de noviembre.
Esa situación, en la práctica, coloca a May ante la imperativa necesidad de volver a Bruselas en busca de una renegociación del acuerdo. El gran problema reside en que las autoridades de Bruselas reiteraron infinitas veces que “está totalmente excluido” volver a tocar un texto que fue aprobado y firmado por Londres.
Los mercados sancionaron severamente esta nueva situación. Cuando se rechazó la enmienda destinada a prolongar la salida británica de la UE hasta el 31 de diciembre, la libra esterlina comenzó a perder posiciones frente a las principales divisas internacionales. La moneda británica llegó a 87.41 céntimos por euro, después de haber evolucionado durante gran parte de la jornada a 86.82. Frente al dólar, la libra cayó a 1.3079 contra 1.3165 pocos minutos antes de la votación.
En medio de esos escombros, la única alternativa confusa que resta en pie es la enmienda que prohíbe a GB abandonar UE sin acuerdo puesto que no es legalmente vinculante. Si bien agrega presión sobre la primera ministra para evitar una ruptura abrupta, no le acuerda medios para impedir una ruptura desordenada.