PARÍS. Unos 6.3 millones de israelíes acudirán mañana a las urnas en unas elecciones legislativas que -salvo sorpresa de última hora- permitirán a Benjamin Netanyahu lograr la mayoría para continuar en el poder como primer ministro durante un quinto mandato.
Los últimos sondeos anticipan una virtual paridad con su principal rival, Benny Gantz. A los 69 años, como candidato de la coalición de derecha Likud, Netanyahu podría obtener la mayoría de los 120 escaños de la Knesset (Parlamento) gracias a su hábil estrategia de alianzas, sobre todo con los partidos religiosos y la extrema derecha.
Tras acumular 13 años en el poder, su eventual triunfo lo permitiría -a mediados de julio- superar el récord del legendario David Ben Gurion como jefe el de gobierno más longevo de la historia de Israel.
La multiplicidad de listas y la tradicional indecisión del electorado israelí -estimada en 28%- podrían aportar una sorpresa y desmentir a los encuestadores.
En ese contexto, el duelo entre el primer ministro y el general Benny Gantz amenaza con transformarse en un virtual plebiscito sobre Netanyahu. Para el ministro la elección del martes es una cuestión de vida o muerte porque, si pierde, su destino más probable será la cárcel.
Su candidatura resultó afectada por el impacto negativo de sus problemas judiciales. En plena campaña Netanyahu fue inculpado por corrupción, fraude y abuso de poder en tres procesos abiertos por donaciones millonarias realizadas a su favor por magnates. También esta inculpado por intento de conspiración contra la prensa.
Para compensar esa pérdida de prestigio, en las últimas semanas se esforzó en poner en escena su prestigio internacional y su amistad con los líderes de primer nivel, como su amigo Donald Trump, el líder ruso Vladimir Putin y recientemente la nueva estrella de la extrema derecha mundial, el presidente brasileño Jair Bolsonaro.
Otro medio para distraer al electorado fue bombardear a su rival con munición de grueso calibre. La prensa publicó grabaciones calificadas de “comprometedoras”, y las redes sociales canalizaron una intensa campaña de desinformación sobre el candidato, “fake news” y acusaciones falsas.
El equipo de campaña también acusó a Gantz de consultar a un psicólogo para remediar a su supuesta fragilidad mental, de aliarse con los partidos árabes y de menospreciar los problemas de la seguridad nacional. Como ejemplo, Netanyahu citó el caso del celular del candidato, supuestamente pirateado hace varios meses por Irán, según los servicios de inteligencia israelíes. De la misma forma que Trump destruyó a Hillary Clinton con las denuncias de sus mails privados, Netanyahu evocó la simple hipótesis de un chantaje iraní con datos extraídos de teléfono para “probar” la fragilidad de Gantz.
Una de las grandes incógnitas de la elección son las numerosas listas de extrema derecha, tradicionales aliadas de Netanyahu, muchas de las cuales que podrían quedar excluidas del Parlamento si no consiguen reunir el mínimo de 3.25% de votos.
El conflicto con los palestinos, tema crucial para la seguridad de Israel, estuvo ausente en la campaña. Conscientes de que se trata de un tema sensible, los dos candidatos prefirieron evitar la cuestión. Con todo, Gantz fue el más audaz al mostrar su voluntad de alcanzar un acuerdo con los palestinos.