La mayoría del parlamento israelí aprobó la noche del miércoles su disolución y convocar, por primera vez en la historia del país, a nuevas elecciones para el 17 de septiembre próximo, luego que el primer ministro Benjamín Netanyahu fracasó en formar una coalición de gobierno.
La votación se llevó a cabo después de que Netanyahu informara a la facción de su partido, el Likud, que no había logrado alcanzar un acuerdo con el líder de Yisrael Beiteinu, Avigdor Liberman, sobre un polémico proyecto de ley que exonera del servicio militar a miembros de grupos de estudios religiosos ultraortodoxos.
Después de la convocatoria a nuevas elecciones en Israel, al cumplirse el plazo otorgado a Netanyahu para formar coalición, el primer ministro criticó a Liberman, cuyo partido laico exigía que los ultraortodoxos cumplan alguna forma de servicio a la sociedad, por evitar que se formara un nuevo gobierno.
"Quería de forma clara tumbar este gobierno, Liberman es parte del bloque de izquierda. Por su culpa Israel está yendo a elecciones por segunda vez en ocho meses", agregó.
Liberman rechazó unirse a la coalición si los partidos que la conformaban no aceptaban su propuesta de ley para obligar a los ortodoxos a enrolarse en el ejército. "Lamentablemente el Estado de Israel va a otras elecciones por la negativa del Likud y los partidos ortodoxos a aceptar nuestra propuesta", agregó.
Likud "se rindió ante los ortodoxos", dijo Liberman, quien enfatizó que su partido "es un socio natural para un gobierno de derecha pero no será socio de un gobierno dominado por la halajá", la ley religiosa judía.
Netanyahu y sus partidarios buscaron la convocatoria a nuevos comicios para evitar que el presidente israelí, el conservador moderado Reuvén Rivlin, encargara la formación de gobierno a otro diputado, que analistas consideran sería al líder opositor y antiguo general jefe del Ejército, Benny Gantz.
Los desacuerdos en torno a la ley que busca la incorporación al servicio militar obligatorio de tres años para los hombres y dos para las mujeres de la población ultraortodoxa, hasta ahora mayoritariamente exenta de esta obligación nacional.