PARÍS. Como en un libro de Víctor Hugo, París fue anoche a dormir una pesadilla sobresaltada por las llamas que reflejaban la silueta del corazón de su historia consumida por el fuego.
“Serán necesarios 10 o 100 años, pero Notre Dame será restaurada al precio que sea. Estoy seguro”, estimó el exalcalde de París, Bertrand Delanoe.
En una primera respuesta a ese clamor, el vicepresidente de la Fundación del Patrimonio, Bertrand Feydeau, anunció que hoy mismo (martes) lanzará una gran colecta nacional para financiar la restauración. Numerosos políticos, en particular los expresidente Nicolas Sarkozy y François Hollande, apelaron a una “movilización general para ayuda a la reconstrucción”.
Los expertos desean saber cuán grande fue el daño que sufrieron los famosos vitrales de la catedral, en particular la gran roseta ubicada en el sector del edificio más afectada por el incendio. El otro gran temor concierne el órgano, modernizado de 1963 a 1975. Gracias a su restauración en 1992 fue posible restituir las sonoridades sinfónicas de los órganos de los siglos XVII y XVIII, mejorados por los aportes del mundo contemporáneo.
Los bomberos y los funcionarios del ministerio de la Cultura que se presentaron espontáneamente para ayudar lograron rescatar numerosas obras de arte, pero se ignora si las reliquias y los objetos preciosos conservados en el subsuelo habían sufrido daños. En todo caso, la corona de espinas y la túnica de San Luis -dos objetos extremadamente preciosos para los católicos- pudieron ser salvados de las llamas, indicó monseñor Patrick Chauvet, rector de la catedral.
En “el interior hay cuadros, estatuas y un preciado mobiliario litúrgico de gran valor para los católicos”. “También está el tesoro. Un lugar en el que hay cosas preciadas veneradas, como las espinas de la corona de Cristo”. Esta y la túnica de San Luis se “salvaron”, según monseñor Patrick Chauvet, rector de la catedral. Las dos torres del pórtico también se han salvado.
El fuego afectó a dos tercios del techo, que se hundió, así como a la aguja, que colapsó. Ahora se trata de preservar la parte trasera, donde están las obras más preciosas. Por la madrugada se ignoraba todavía la extensión de los daños en el interior de la catedral.
“Es increíble, nuestra historia se está haciendo humo”, dijo Benoit, de 42 años, resumiendo el sentimiento general de conmoción.