PARIS, Francia. Occidente confirmó que no tienen ninguna confianza en el régimen de Vladimir Putin y que sigue firmemente decidido a limitar la influencia internacional de Rusia. Esa actitud quedó confirmada con la derrota del candidato presentado por Moscú para presidir Interpol, Alexander Prokopchuk, que fue vencido en una votación ganada por el surcoreano Kim Jong Yang.
El nuevo responsable de la International Criminal Police Organization (Interpol) reemplazará al Meng Hongwei, acusado de corrupción por las autoridades de China y encarcelado sin explicación.
Prokopchuk tropezó con la fuerte resistencia de Estados Unidos y de una coalición de países occidentales que se rehusaban a colocar al frente de Interpol a un apparatchick del Kremlin, acusado de haber trabajado para los servicios secretos (FSB) en el ministerio del Interior antes de ser promovido en 2011 como responsable de la oficina rusa de Interpol.
Desde esa época Rusia “abusa” de pedidos de captura internacionales, conocidos en la jerga policial como “noticias rojas”. Numerosas de esas demandas atañen a personalidades conocidas por su oposición al régimen. Interpol aceptó con frecuencia esos pedidos a pesar de que su reglamento le prohíbe explícitamente toda intervención en asuntos de carácter político, religioso o racial. El objetivo principal de la entidad reside en brindar asistencia a las fuerzas nacionales de policía en su lucha contra el crimen organizado.
Hasta pocos días antes de la votación, realizada el miércoles en Dubai, el militar ruso aparecía como uno de los favoritos, pero Washington decidió movilizar a su aparato diplomático para volcar la Asamblea General a favor del surcoreano Kim Jong Yang, que se desempeñaba en forma interina al frente de la institución desde el encarcelamiento del ex presidente Meng Hongwei.
El resultado de ayer confirma que los países occidentales mantienen sin modificaciones las sanciones -directas o indirectas- contra Moscú resueltas después de la anexión de Crimea y la crisis en el este de Ucrania, en 2014. Desde entonces, Rusia fue expulsada del G8, perdió el derecho a voto en la Organización de Seguridad y Cooperación Europea (OSCE) y padece una serie de sanciones económicas, adoptadas por Estados Unidos y Europa, que limitan la expansión mundial de sus empresas y le impiden acceder a todas las tecnologías occidentales sensibles.
La presión se intensificó el lunes, cuando los senadores norteamericanos Chris Coons, Marco Rubio, Jeanne Shaheen y Roger Wicker, miembros de la de la Comisión de Seguridad y Cooperación con Europa del Congreso, hicieron pública una declaración advirtiendo que la designación de Prokopchuk al frente de Interpol “sería como poner a un zorro para cuidar del gallinero”.
Los legisladores de EU argumentaron que “Rusia abusa de forma habitual de Interpol para perseguir a adversarios políticos” y acusaron al militar ruso de haber estado “personalmente involucrado en esa estrategia de intimidación”.