PUERTO PRÍNCIPE. El presidente Jovenel Moise hizo un intento para evitar que las protestas que le han puesto contra las cuerdas se desborden aún más, en el día en el que concluyó la misión de estabilización de la ONU en el país caribeño.
La ONU ha estado presente en Haití de forma ininterrumpida desde 2004, primero con militares y desde 2017 con policías, y ayer cesó su labor en silencio, sin una ceremonia con la que dar paso a su nueva oficina política, en la que asesores ocuparán el lugar dejado por los cascos azules.
En una reunión del Consejo de Seguridad, consagrada a la drástica reducción de la presencia de Naciones Unidas en el país más pobre del continente americano, la embajadora estadounidense ante la ONU, Kelly Craft, se refirió a este "día histórico".
Mientras, en las calles de Puerto Príncipe, centenares volvieron a manifestarse para exigir la renuncia de Moise, en una serie de protestas que mantienen el país paralizado desde septiembre.
La mayor manifestación tuvo lugar en el cruce de la avenida Delmas con la carretera del aeropuerto, bautizado como "kafou rezistans" (el cruce de la resistencia, en creole) por ser el punto habitual de concentración en las últimas semanas.
En conferencia, Moise reconoció que el descontento es "legítimo" y se debe al "presupuesto criminal" que su gobierno ha aplicado para reducir el gasto público.