CIUDAD DEL VATICANO. No se cuentan los ataques que el papa Francisco ha lanzado durante su pontificado contra miembros del clero y en particular contra los obispos que “piensan más en en el dinero y en el lujo” que en las enseñanzas del Evangelio.
Constatando que muchos prelados persisten en un comportamiento no idóneo a su cargo, durante su misa matutina en el Vaticano, Bergoglio decidió indicar nuevamente cuál debe ser el justo perfil de quien es “un administrador de Dios y no -exclamó- de los bienes materiales y del poder”.
Con palabras claras y directas, el pontífice argentino repitió que un obispo no debe ser arrogante, soberbio, colérico y no debe ser atraído por el dinero, por los negocios y por el vino. Esta es -subrayó- “una verdadera calamidad para la Iglesia, aún si el obispo tiene uno sólo de estos defectos”.
En cambio, el prelado “debe ser capaz de dar hospitalidad, amante del bien, sensato, justo, santo, patrón de sí mismo y fiel a la palabra digna de fe que le ha sido enseñada: estas son -precisó Francisco- “las peculiaridades del servidor de Dios”, cuya conducta debe ser "irreprensible". Y para poner orden en la Iglesia, que en los últimos tiempos es sacudida de escándalos y comportamientos que poco tienen que ver con las cualidades indicadas, subrayó que es “necesario que los obispos adopten esta actitud”.
En síntesis -puntualizó Bergoglio- “lo que cuenta de frente a Dios, no es ser simpático y predicar bien, sino la humildad y el servicio".