PARÍS, Francia. El secretario de Asuntos Exteriores británico, Boris Johnson dijo que era muy probable que el propio presidente ruso, Vladimir Putin, haya tomado la decisión de usar una toxina de grado militar para acabar con un exagente ruso en suelo inglés.
"No tenemos nada en contra de los rusos. No habrá rusofobia como resultado de lo que está sucediendo", dijo Johnson.
Rusia reaccionó con ira ante las acusaciones del ministro británico, y tras anunciar que expulsará "de un momento a otro" a diplomáticos británicos de su territorio, informó que abrirá sus propias pesquisas sobre el escándalo.
La grave crisis del espionaje se agudizó cuando la policía antiterrorista británica decidió investigar como asesinato la muerte del exiliado ruso Nikolai Glushkov, de 68 años, hallado el lunes pasado en su residencia de Londres con una “compresión en el cuello”. El cadáver de Glushkov fue descubierto por su hija en la vivienda que ocupaba el empresario en el suburbio londinense de New Malden.
Su muerte ocurrió una semana después del ataque con gas neurotóxico contra el exespía ruso Sergei Skripal y su hija Iulia, perpetrado el domingo 4 de marzo en la ciudad de Salisbury, ubicada al sur de la capital británica. Glushkov y otros exiliados rusos nunca creyeron en la teoría del suicidio. “Defintivamente, Boris fue asesinado”, aseguró en una entrevista.
La policía inglesa se rehúsa por el momento a confirmar si existen vínculos entre su muerte y el ataque contra el exespía Skripal. Moscú, por su parte, anunció la apertura de causas penales por los intentos de asesinato contra los ciudadanos rusos Sergei Skripal y su hija Iulia y por el "asesinato" de Nikolai Glushkov.
Cabe destacar que durante el peritaje se determinó que l agente nervioso contra el exespía pudo esconderse en la maleta de su hija.