Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de EU, Joe Biden, llegaron hoy con pocos minutos de diferencia a la Villa La Grange en Ginebra, donde se reunirán por primera vez en un intento de hallar áreas de cooperación y superar los desacuerdos.
Putin llegó a las 13.05 hora local (11.05 GMT) en su limusina rusa Aurus a la mansión construida en el siglo XVIII directamente desde el aeropuerto de Cointrin, en donde había aterrizado minutos antes procedente de Moscú.
El presidente suizo de turno, Guy Parmelin, le saludó sobre una alfombra roja en la entrada de la villa, flanqueada en ambos lados por las banderas de Rusia, EU y de Suiza y macetas de flores.
Biden llegó once minutos después desde el hotel en el que se aloja a la villa, donde, al igual que Putin, fue recibido por Parmelin.
A diferencia de Putin, el avión presidencial estadounidense Air Force One aterrizó ya el martes por la tarde en la ciudad suiza, procedente de Bruselas, donde Biden participó el lunes en la cumbre de la OTAN y el martes en una entre EU y la Unión Europea (UE).
Parmelin pronunciará ahora unas palabras de bienvenida en calidad de anfitrión de la cumbre y después -y tras una foto conjunta- los dos líderes se retirarán a una de las bibliotecas de la villa para iniciar las negociaciones.
Primero lo harán en un formato reducido, junto al ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el secretario de Estado de EU, Antony Blinken, y después en uno más amplio, en el que participarán los dos presidentes y cinco asesores de cada delegación.
Según el Kremlin, aún no está claro si los dos mandatarios se reunirán en algún momento a solas durante la cumbre.
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Ello dependerá únicamente del deseo de Putin y Biden.
"Si ambos piensan que es necesario hablar a solas lo harán", dijo hoy el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
La cumbre está diseñada para durar unas cinco horas, pero la agenda es demasiada amplia para cubrir todo en este tiempo, por lo que las conversaciones durarán "lo que tengan que durar", afirmó.
En la agenda figuran temas espinosos para Putin como el apoyo del Kremlin al régimen de Bielorrusia, los derechos humanos y la persecución de la oposición rusa, en especial del encarcelado líder opositor Alexéi Navalni, el papel de Rusia en el este de Ucrania o los ciberataques en EU desde territorio ruso.
Ambos líderes también abordarán el estado actual y las perspectivas de las relaciones bilaterales, la estabilidad estratégica, los temas de seguridad informática y la lucha contra la ciberdelincuencia, la cooperación económica, el clima, el Ártico y la lucha contra el coronavirus.
Asimismo Putin y Biden evaluarán la situación en Oriente Medio, Siria, Libia, Afganistán y la península coreana, así como el programa nuclear iraní. También el conflicto en Nagorno Karabaj.
El mandatario estadounidense acude a la cumbre con la intención de tratar con mano dura a Putin, pero también de avanzar en un sinfín de desacuerdos bilaterales.
La cita supone el mayor desafío diplomático del presidente estadounidense desde que llegó al poder en enero: plantar cara a un rival al que acusa de una retahíla de males mientras intenta contener la escalada con la mayor potencia nuclear.
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Desde el inicio de su Presidencia, el estadounidense ha insistido en que busca una relación predecible con Moscú, pero ha advertido de que responderá si Rusia cruza las "líneas rojas" de Washington.
La cumbre llega tres meses después de que Biden describiera a Putin como un "asesino", y diez años más tarde de un encuentro entre ambos en Moscú en el que el estadounidense, que entonces era vicepresidente, le dijo al ruso que "no tenía alma".
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