PARIS, Francia - ¡No, no y no! Por tercera vez en menos de tres meses, el Parlamento británico volvió a rechazar ayer el acuerdo de salida de la Unión Europea (UE) propuesto por la primera ministra Theresa May.
Ese resultado tuvo un sabor particularmente amargo y desconcertante para la jefa del gobierno, pues el viernes 29 de marzo a medianoche era la fecha y la hora fijada inicialmente para que se concretara el divorcio entre la UE y Gran Bretaña después de 46 años de vida en común. Los desacuerdos de los diputados británicos impidieron que May reuniera la mayoría necesaria para hacer aprobar el acuerdo de salida.
Para evitar la deshonra de una tercera derrota, Theresa May se había comprometido a renunciar a su cargo si los parlamentarios aceptaban votar el texto de acuerdo firmado en noviembre con las autoridades de Bruselas que determina las condiciones del Brexit.
Humillada por este nuevo revés —que se saldó por 344 votos en contra y 286 a favor—, la jefa del gobierno dio a entender que podía convocar a elecciones legislativas anticipadas, pero no anticipó cuáles podrían ser sus pasos para evitar un Brexit desordenado (“no deal”) dentro de 13 días. Gran Bretaña tiene plazo hasta el 12 de abril para proponer un plan alternativo a las autoridades de Bruselas o dejar UE sin acuerdo (“no deal”) ese mismo día a medianoche.
El 15 de enero pasado, en la primera votación, había perdido por 432 votos en contra y 202 a favor y la segunda vez, el 12 de marzo, fue derrotada por 391 votos contra 242. Después de esos tres infortunios, es evidente que le resultará extremadamente difícil recuperar la mayoría de la Cámara de los Comunes y que prácticamente tampoco le queda ningún margen de maniobra.
A último momento ayer obtuvo el respaldo de los euroescépticos de su propio partido, entre los que figuran enemigos declarados de May, como los exministros Boris Johnson o Dominic Raab o el diputado tory Jacob Rees Mogg, que había liderado una cuestión de confianza en el partido para derrocar a la primera ministra. Ese grupo, sin embargo, actuó más seducido por la propuesta de renuncia de May que por la perspectiva de un acuerdo para concretar el Brexit. El apoyo de los euroescépticos, de todos modos, no le sirvió de nada porque Theresa May sigue tropezando con la férrea oposición de 34 parlamentarios conservadores del ala dura —conocidos como los “espartanos”—, los 10 diputados del partido unionista DUP de Irlanda del Norte, los parlamentarios de Escocia y Gales, y la gran mayoría de los laboristas (solo cinco votaron a favor del acuerdo).
Las consecuencias de esa votación “son graves", advirtió May después de su nueva derrota. "Esto significa que Gran Bretaña debería salir de la UE por defecto el 12 de abril” el próximo 12 de abril (fecha fijada por la UE para el Brexit si no se aprueba el acuerdo). "Me temo que estamos acercándonos la final del proceso en esta Cámara", advirtió al insinuar que podría pedirle a Bruselas una prórroga más larga del Artículo 50. Eso implicaría “la participación del Reino Unido en las elecciones europeas" de mayo próximo, recordó como una amenaza que podía asustar a los euroescépticos.
"¿Cuándo la primera ministra admitirá finalmente que su plan está acabado?", proclamó el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, quien anunció su intención de impulsar un "compromiso" basado en el plan alternativo propuesto por su partido. Ese proyecto contempla la permanencia de Gran Bretaña en la unión aduanera. Convencido de que el laborismo puede ganar cualquier duelo electoral frente a un Partido Conservador extremadamente debilitado y dividido, Corbyn le reclamó a Theresa May que renuncie e insistió en la necesidad de convocar a elecciones anticipadas.
Apenas conocidos los resultados, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, convocó una reunión urgente de los 27 para analizar la situación creada, y comenzó a preparar una cumbre extraordinaria para el 10 de abril. Las autoridades de Bruselas, mientras tanto, activaron los planes de contingencia ante la posibilidad —cada vez más evidente— de una salida desordenada ("no deal").
Después de la votación de los Comunes, el jefe del equipo negociador europeo, Michel Barnier, interpretó que el tercer fracaso de May en los Comunes significa que “un “no deal” es ahora la perspectiva más plausible”.
Numerosos diputados no ocultaron su desconcierto por el sorpresivo giro de la primera ministra. En un repentino cambio de estrategia, May decidió presentar ante el Parlamento sólo el acuerdo de salida de la UE, sin la Declaración Política que constituye una suerte de preámbulo. El texto de acuerdo de 585 páginas es, de todos modos, el documento esencial pues contiene la factura del Brexit, estimada en 45.000 millones de euros, y la polémica "salvaguarda" para evitar la vuelta a la frontera dura entre las dos Irlandas.
La Declaración Política, que no fue tratada ayer por la Cámara, incluye la intención del Reino Unido de abandonar la Unión Aduanera.
Anna Soubry, que recientemente abandonó el Partido Conservador para crear un grupo independiente con otros diputados tories, estimó que la única salida a la actual crisis es una prórroga extensa del Artículo 50 para celebrar un segundo referéndum.