RIO DE JANEIRO. El acercamiento entre el presidente Jair Bolsonaro y las iglesias evangélicas se ha ido consolidando a lo largo de su mandato. Con su lema “Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos”, el ultraderechista ha defendido posturas conservadoras como la prohibición del aborto y hasta nombrado al primer magistrado evangélico en la corte suprema.
Por eso los simpatizantes evangélicos apoyan en mitines a los candidatos a diputados bolsonaristas con la consigna “solo Jesús puede salvar a Brasil de la corrupción y de Lula”.
En el Congreso, los evangélicos se han convertido en un poderoso bloque, con 112 de los 513 diputados, mientras en la población brasileña ya representan 30 por ciento, según estimaciones.
En un Estado laico como Brasil, esta corriente del cristianismo protestante está penetrando en las altas esferas de poder.
Y su base está ahora en la calle para promover esa alianza de cara a las elecciones de octubre, en las que Bolsonaro busca la reelección frente al favorito, el ex mandatario izquierdista Lula da Silva.
“La religión se debe mezclar con la política. Esta es una representación de la sociedad de la que formamos parte y por tanto precisamos políticas evangélicas”, afirma Rafael Moreira Macedo, militante conservador que hace propaganda para los comicios, en que también se elegirán a gobernadores y diputados, frente a la iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo, de Penha.
La mayoría declara abiertamente su apoyo a Bolsonaro, repitiendo las mismas ideas de su discurso, especialmente las críticas a la izquierda por sus escándalos de corrupción y a Lula.
El expresidente “defiende las dictaduras... el evangélico cree más en la libertad, mientras que ellos (la izquierda) se identifican más con el socialismo y el comunismo”, afirma Moreira Macedo, de 37 años.
“No conozco a nadie que vote a Lula. Bolsonaro es contrario a todo lo que es pernicioso para los adolescentes y los adultos”, afirma Alessandra Abreu, una estudiante de 22 años, evangélica desde que empezó a acompañar a su suegra a la iglesia hace tres años.
Para llegar a dicha conclusión, asegura, escucha con atención los discursos durante el culto del pastor Silas Malafaia, amigo y consejero de Bolsonaro.
Según un sondeo del 1 de septiembre del Instituto Datafolha, Bolsonaro tiene 48 por ciento de las intenciones de voto entre el electorado evangélico, frente a 32 por ciento para Lula. En cambio, entre la población en general, los porcentajes se invierten, con 32 a 45 por ciento.
“Claro que votaré a Bolsonaro”, afirma Lucio, de 33 años, casada y madre. “Porque la familia compuesta por un hombre y una mujer está por encima de cualquier cosa. Si todos los evangélicos son abiertos de mente, votarán el 22”, dice en alusión al número que hay que apretar en la urna electrónica para elegir al ultraderechista.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
El 56 por ciento de los electores brasileños cree que política y religión deben ir de la mano, según Datafolha. A la vez, el 60 por ciento considera más importante que un candidato defienda los valores familiares que que presente un buen programa económico, lo que demuestra cómo la agenda de valores conservadores se extiende más allá de los templos.
Moreira Macedo explica que los evangélicos también se encargan de predicar en su entorno. “Uno está en contacto con mucha gente. Siempre que se presenta una oportunidad, hago ese papel de discípulo de Cristo, contagiando a los demás de forma positiva. Nunca las conté, pero he convencido a muchas personas-”.