ROMA. Después de apenas ocho meses de matrimonio es cada vez más difícil la convivencia entre el “Movimiento 5 Estrellas” (M5E) y la “Liga”, los dos partidos que integran el Ejecutivo italiano. Las divergencias sobre temas como la migración, las infraestructuras y la política exterior, con Venezuela principalmente, están a la orden del día, con el riesgo de llegar a la ruptura.
Los líderes, Luigi di Maio (M5E) y Matteo Salvini, viceprimeros ministros y respectivamente ministro del Trabajo y Desarrollo Económico y del Interior (ambos verdaderos “comandantes” del gobierno encabezado por Giuseppe Conte), se esfuerzan por desmentir esa posibilidad.
Por ejemplo, mientras Salvini aplica una línea de cierre total a la migración, impidiendo que las barcazas desembarquen su carga humana en los puertos, Di Maio se muestra menos intolerante.
Otras fuertes divergencias, difíciles de sanar, se registran acerca de la construcción ya iniciada de un galería entre Turín, Italia, y Lyon, Francia, de 235 kilómetros para trenes de alta velocidad. Di Maio y su partido se declaran firmemente contrarios a la prosecución de la colosal obra, por ser demasiado costosa, afirmando que los millones de euros desembolsados podrían usarse para construir escuelas, puentes, y obras de primera necesidad.
Se podrá comprender que se trata de un duelo económico y sobre todo político de incierto epilogo.
También en política exterior se registran contrastes, en particular sobre la crisis venezolana. Por un lado Salvini ataca a Nicolas Maduro (“un dictador comunista que está arruinando a su país”), pero por el otro el “M5E” ha bloqueado la posibilidad de que Italia se una a la mayoría de la UE que han reconocido a Juan Guaidó.