GINEBRA. Ocho años y medio después del inicio de una guerra fratricida en Siria, de conferencias diplomáticas fracasadas y de un millón de víctimas directas, el Gobierno y la oposición siria se han sentado frente a frente con la misión de redactar una Constitución que les permita volver a vivir juntos.
Ambas partes han reconocido las dificultades emocionales que ha supuesto este encuentro, bajo la mirada de las principales capitales del mundo y de medios que transmitían en vivo el momento histórico a un país donde la devastación llega al 65%, mayor que la sufrida por Europa en la Segunda Guerra Mundial.
Este cuerpo constituyente, que ha quedado instalado en Ginebra y está compuesto por 150 miembros -50 del Gobierno, 50 de la oposición y 50 de la sociedad civil-, tendrá que aprobar las propuestas constitucionales que le presentará un comité de redacción, un órgano más reducido, de 45 miembros.
EXPECTATIVAS
Su inauguración ya es considerada como un logro impensable hasta hace muy poco, por la obvia falta de voluntad de negociar que el Gobierno mostró en las fracasadas consultas diplomáticas con la oposición entre 2014 y 2016, y porque la realidad en el terreno lo muestra como el vencedor de la guerra.
La oposición llega, como en el pasado, en una situación vulnerable, pero con la convicción de que es una oportunidad única para arrancar algunas concesiones al gobierno del presidente Bashar al Asad y, en el caso más optimista, tender las bases para su salida del poder.
Mientras el jefe de la delegación opositora, Hadi Albahra se encontraba sentado a la izquierda de Pedersen, a su derecha estaba el jefe de la delegación del gobierno, Ahmad Kuzbari, quien al tomar la palabra parecía por momentos tender la mano para retirarla con su siguiente frase.
Tras sostener que una nueva Constitución podría ser "la puerta a una solución política a la crisis" en su país y que su delegación está abierta a discutir si lo que hace falta es reformar la actual Constitución o elaborar una nueva, Kuzbari advertía de que "el combate al terrorismo" en suelo sirio no cesará.
INJERENCIA EXTRANJERA
El discurso de Kuzbari parecía entrar en contradicción con la realidad al rechazar cualquier "interferencia externa" en los debates constitucionales, cuando en la víspera Rusia, Irán y Turquía habían despachado a Ginebra a sus ministros de Exteriores para que nadie olvidara la influencia que cada cual ejerce sobre las partes y su presencia militar en Siria.
Rusia e Irán, principales aliados militares y políticos del Gobierno sirio; y Turquía, que durante años apoyó la rebelión armada y acogió a sus protagonistas, presentaron al Comité Constitucional como fruto de la alianza política que formaron para el caso de Siria cuando Estados Unidos se desinteresó del tema.
Los tres países no prestaron ningún crédito a la ONU.