Casarse, estudiar o salir del país son derechos que muchas mujeres cataríes no pueden ejercer sin el consentimiento de un hombre, aunque una nueva generación de mujeres busca romper esas barreras.
El sistema de tutela masculina catarí obliga a las mujeres a obtener autorización de un varón -padres, hermanos o su marido, si está casada- para ejercer casi cualquier tipo de derechos fundamentales.
Tampoco pueden tomar decisiones sobre la vida de sus hijos o ejercer la custodia en caso de divorcio, normas cuya aplicación depende de lo estricta que sea o no cada familia, por lo que el empuje de las mujeres y la apertura cultural es clave.
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En su informe “Todo lo que tengo que hacer está ligado a un hombre” Human Rights Watch (HRW) subraya cómo este modelo de tutela masculina en Catar no es un sistema legal claro, sino una mezcla de leyes, políticas y prácticas en virtud de las cuales las mujeres deben obtener el permiso de un tutor varón para realizar determinadas actividades.
Tampoco tienen capacidad de decisión sobre las mujeres (hasta cuatro, según la ley), con las que sus maridos pueden contraer matrimonio de manera simultánea. Una vez casada, se puede considerar a la mujer desobediente si no obtiene el permiso de su esposo para trabajar o viajar, si abandona el hogar o se niega a mantener relaciones sexuales con él sin una razón.
“Las mujeres en Catar han derribado obstáculos y logrado importantes avances en áreas como la educación; sin embargo, aún tienen que enfrentarse a normas oficiales de tutela masculina que limitan su capacidad de llevar adelante vidas plenas, productivas e independientes”, señala Rothna Begum, investigadora de derechos de la mujer de HRW.
Una discriminación que en la práctica es diferente siempre que tengan la suerte de contar con una familia de mentalidad abierta que les permita formar parte de esas nuevas generaciones de mujeres empoderadas que han alcanzado las cotas más altas en el tejido empresarial y político del país.
Algunas ya se divorcian, viajan sin permiso y pueden montar negocios, algo impensable para generaciones pasadas. Es la nueva ola de la sociedad catarí en su empuje por cambiar la enorme desigualdad de género del emirato.
“Nunca he sentido que se me prive de ningún derecho a viajar, estudiar o trabajar por la ley. Además soy madre ‘soltera’, estoy divorciada y soy responsable de un hijo de ocho años. La familia siempre me ha dado apoyo, y no es solo mi caso personal. Muchas mujeres que conozco cuentan con un gran apoyo de sus familias para continuar su carrera”, detalla Fatima Sultan Al Kuwari, directora de Recursos Humanos del gigante de las telecomunicaciones catarí Ooredoo.
En las empresas privadas las mujeres han encontrado un espacio en el que ser libres y crecer sin impedimentos culturales o legales, con licencias por maternidad, equilibrio entre la vida laboral y familiar, trabajo a distancia o a tiempo parcial.
“Las mujeres están realmente empoderadas aquí (...) Hay muchas mujeres emprendedoras que han impulsado sus negocios con mucho éxito, han logrado muchos éxitos en su carrera como emprendedoras en diferentes industrias. Ya sea moda, diseño, finanzas, tecnología... Y también de mi generación, fuimos la segunda que se graduó en Informática a finales de los noventa”, dice Al Kuwari.
Una revolución que no solo afecta a la empresa privada sino también al Gobierno catarí.
“Si observamos la distribución del gabinete actual y de los ministros aquí en Catar, tenemos tres mujeres muy poderosas que lideran el sector de la salud (la doctora Hanan Mohamed Al Kuwari), muy importante; el sector educativo (Buthaina bint Ali Al Jabr Al Nuaimi), un sector muy crítico, y también en Asuntos Sociales y Familiares (Mariam bint Ali bin Nasser Al Misnad)”, destaca.
Un total de tres mujeres ministras de las 18 carteras que tiene el Gobierno catarí.
Emprendedoras y empoderadas
Las mujeres cataríes necesitan el permiso de un tutor varón para trabajar en muchos empleos del Gobierno, como ministerios y escuelas estatales. Si bien ninguna ley exige a las mujeres tener permiso del tutor, tampoco hay leyes que prohíban discriminar a las mujeres en el proceso de reclutamiento, según indica HRW.
La pionera en abrir un negocio en Catar siendo mujer fue Shams Al-Qassabi, quien derribó todas las barreras culturales y se hizo respetar en todo el emirato gracias a su fuerza de voluntad y su humildad.
Al-Qassabi empezó de cero haciendo salsas y abrió, cuando era absolutamente impensable para una mujer, un café en 2004 en el centro del zoco de Doha que ahora es uno de los restaurantes más famosos del país, y por el que no solo pasan famosos de talla internacional sino también miembros de la familia del emir.
Y las nuevas generaciones han aprovechado esta valentía. Ahora la chef Noor al Mazroei es uno de los máximos exponentes de la nueva cocina catarí y arrancó su carrera haciendo recetas y subiendo sus videos a redes sociales como Instagram (en @noor_almazroei).
El momento del cambio
Las mujeres extranjeras en Catar también han tenido que adaptarse a una cultura que en principio les era adversa. Michelle Ancona es una abogada mexicana y lleva 10 años en el país.
“En el trabajo me consideran igual. Sin problemas. Es una de las ideas equivocadas del país… Sí hay diferencia, pero no hay nada a lo que no te puedas adaptar”, afirma.
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“Las mujeres cataríes han cambiado mucho de diez años para acá y ahora hay muchas más mujeres que están estudiando fuera y tienen mucha más sensibilidad”, añade.
Un momento clave en un país en continua evolución y mejora de sus leyes y normativas de igualdad de género, normas que llegan poco a poco también a las empresas.
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