Policías en Texas buscaban este sábado a un mexicano sospechoso de matar a tiros a cinco hondureños, incluido un niño de ocho años, en una casa cerca de Houston, en el último tiroteo masivo en Estados Unidos.
Autoridades del condado de San Jacinto, al norte de Houston, dijeron que se había emitido una orden de arresto contra un hombre de 39 años identificado como Francisco Oropeza, acusándolo de cinco cargos de asesinato.
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"Tenemos su tarjeta del consulado mexicano", señaló el sheriff del condado de San Jacinto, Greg Capers, en declaraciones transmitidas por la emisora KTRK de la cadena ABC, y agregó que un sistema de seguridad en la casa de las víctimas "lo captó acercándose a la puerta principal con un arma".
Se estima que el sospechoso abandonó el condado, pero se instó a los residentes a quedarse en casa, dijo la oficina del sheriff en su página de Facebook.
Los investigadores creen que el hombre estaba disparando su rifle semiautomático AR-15 en un patio vecino a la casa de las víctimas, cuando éstos le pidieron que parara ya que estaban tratando de dormir a un bebé, informaron medios estadounidenses.
Capers describió una escena terrible cuando los agentes ingresaron a la residencia tras recibir una llamada alrededor de las 23H30 del viernes (05H30 GMT del sábado) reportando "acoso".
Las víctimas, que tenían entre ocho y 40 años, estaban esparcidas desde la puerta de entrada a través de la casa hasta un dormitorio interior, donde dos de ellas -ambas mujeres- fueron encontradas encima de dos niños que sobrevivieron a la masacre.
"En mi opinión, en realidad estaban tratando de proteger a los bebés y mantenerlos con vida", dijo Capers a la emisora KTRK.
"Haré lo que quiera"
Capers señaló que todas las víctimas habían recibido disparos "desde el cuello hacia arriba, casi estilo ejecución, básicamente en la cabeza".
Los agentes encontraron a "varias otras personas en estado crítico por múltiples heridas de bala", dijo la oficina del sheriff en una publicación de Facebook. Tres fueron hospitalizados.
El sospechoso "había estado bebiendo y dijo: 'Haré lo que quiera en mi patio delantero'", explicó Capers.
"Todas las víctimas eran de Honduras", dijo el sheriff, y agregó que 10 personas estaban en la casa en ese momento.
El tiroteo en Texas parece ser el último de una serie de matanzas ocurridas en situaciones cotidianas: un hombre que golpea la puerta equivocada, una porrista que se sube a un auto que no era el correcto, alguien que conduce por error hasta una entrada que no era la suya, una pelota que rueda hacia el patio de un vecino.
Estados Unidos, un país de unos 330 millones de habitantes, tiene unos 400 millones de armas y los tiroteos masivos mortales son habituales. Los esfuerzos por endurecer los controles de armas llevan años paralizados en el Congreso.
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En lo que va del año, en el país ha habido más de 170 tiroteos masivos, definidos así cuando cuatro o más personas resultan heridas o muertas, según la oenegé Gun Violence Archive.