KABÚL. Afganistán vivía la segunda jornada de una inusual tregua, que entusiasmó al presidente de EU, Donald Trump, al punto que desde Washington dijo que estaba dispuesto a poner su nombre en un acuerdo de paz.
“Quiero ver cómo funciona este periodo (de tregua) de una semana (...) Si funciona en la próxima semana, pondría mi nombre en él. Es hora de volver a casa”, sostuvo Trump antes de partir a una visita de dos días en India.
Una tregua parcial de una semana entró en vigor el sábado en Afganistán, una condición impuesta por EU para acordar firmar un acuerdo con los talibanes.
Negociado durante más de un año, el acuerdo de paz, que debe firmarse el 29 de febrero en Doha, allanará el camino hacia la retirada gradual de parte de los 12 mil soldados estadounidenses que permanecen desplegados en Afganistán, 18 años después de la invasión estadounidense tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.
En su segundo día, este domingo, esta tregua fue generalmente respetada, a pesar de algunos choques locales menores.
“En general, estamos viendo una reducción de la violencia”, dijo el ministro del Interior, Massud Andarabi.
Se observaron enfrentamientos menores durante la noche en las provincias de “Kandahar, Balj, Badajshan, Kunduz”, dijo un funcionario del gobierno.
El sábado, los insurgentes mataron a dos soldados afganos, durante un choque en la norteña provincia de Balj, según un funcionario local. Pero el portavoz talibán Zabihulá Mujahid recordó en Twitter que “cada disparo de los muyahidines no debe considerarse una violación” porque “no es un alto el fuego”.
Los talibanes, expulsados del poder en Afganistán por una coalición internacional liderada por EU, desarrollaron una implacable guerra que se ha cobrado la vida de decenas de miles de miembros de las fuerzas de seguridad afganas y más de dos mil 400 soldados estadounidenses.
Según la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), tres mil 404 civiles fueron asesinados y seis mil 989 heridos sólo en 2019.
Esta calma ha permitido la reactivación de las redes de telefonía móvil en grandes extensiones del territorio controlado por los talibanes. Los talibanes regularmente destruyen antenas, amenazan a los operadores y secuestran a sus empleados. Muchas antenas repetidoras estuvieron fuera de servicio durante años.