Con teclear en un buscador “vacaciones con animales” se puede encontrar una variada oferta de planes de ocio que incluyen animales: desde hoteles en los que admiten a las mascotas hasta granjas escuelas.
Otras opciones incluyen la interacción con especies exóticas o salvajes y, aunque puedan resultar atractivas, en ocasiones incurren en situaciones crueles para los animales.
No es extraño ver en redes sociales o folletos promocionales fotos de personas a lomos de un elefante en un paraje paradisíaco como reclamo vacacional. Esta es una de las prácticas que, aunque puede parecer inofensiva, esconde una historia de maltrato.
Las estadísticas dicen que en Tailandia hay alrededor de 10 mil elefantes en cautividad. Algunos de estos ejemplares son los que, explotados por sus dueños, pasean a los turistas.
Estos animales son apartados de sus madres cuando son crías y domesticados con técnicas muy dudosas. También es normal verlos encadenados o encerrados cuando no están “prestando el servicio”.
La asociación World Animal Protection lleva años recogiendo en sus campañas algunas de las atracciones turísticas más dañinas para los animales y documentando los logros en materia de protección del entorno en el sector turístico.
Además de los elefantes, World Animal Protection señala otras prácticas crueles: sacarse fotografías con crías de tigre y león; sostener y fotografiarse con tortugas marinas; o los espectáculos de delfines.
Tanto las crías de leones como de tigres son apartadas de sus madres y sus manadas y encadenadas para que el turista, tras pagar el precio convenido, lo abrace y se lleve la fotografía a casa.
La protectora, según informa en su web, contabilizó en un informe, hace tres años, que había alrededor de 830 tigres retenidos en locales para fines turísticos.
Al teclear en búsqueda de imágenes “tiburón ballena”, de las primeras que aparecerán en la pantalla son de estos impresionantes animales con alguna persona nadando cerca.
Según publica Agencia Sinc -Servicio de Información y Noticias Científicas-, los tiburones ballena están en peligro de extinción y sus poblaciones en aguas asiáticas ha disminuido 63 por ciento en las últimas tres generaciones.
Esta atracción, bajo la etiqueta de ecoturismo, no parece serlo tanto. Un equipo de Royal Society Open Science ha investigado cómo la práctica de alimentar a los tiburones ballena en Oslob, en Filipinas, está alterando el comportamiento natural de estos animales y podrían desarrollar una dependencia alimentaria en otras fases de su vida.
“Esta práctica ha dado lugar a una gran industria de observación de tiburones que brinda importantes ingresos a una comunidad remota gracias al turismo, pero el impacto a largo plazo sobre los escualos sigue siendo poco conocido”, explica el informe de los científicos.
La alteración del comportamiento natural del animal por la interacción del hombre también se ha documentado en otras especies, como las rayas, otra de las especies predilectas para los viajeros e "instagrammers".