LIMA. El profundo rechazo de la ciudadanía peruana hacia su clase política encontró su explicación más radical en el “Vacunagate”, escándalo de vacunaciones secretas y “de cortesía” que benefició a la élite del poder mientras la población sufre el cruel embate del Covid-19.
Los peruanos asisten nuevamente indignados a una crisis política y social mientras una serie de revelaciones señalan que algunos de sus representantes (aún no se sabe cuántos en total ni quiénes exactamente) fueron vacunados fuera de control y criterio aparente con dosis de la farmacéutica china Sinopharm.
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Estas vacunaciones fueron secretas, supuestamente aplicadas por tratos de favor o presiones políticas por autoridades del organismo que dirigía los estudios clínicos en el país y administradas a personas con poder para influir en las decisiones sobre la misma.
Sinopharm, que inició en septiembre en Perú un estudio clínico de su vacuna, envió al país un excedente de unas 3 mil 200 dosis, la mayor parte de las cuales iban destinadas al personal relacionado con las investigaciones.
De ese cupo, sobraban vacunas para unas 600 personas que aparentemente son las que fueron a parar en secreto y como “cortesía” a varios políticos.
Ese grupo de vacunas nunca fueron parte del experimento de control y se administraron supuestamente bajo el criterio del director del estudio clínico, Germán Málaga.
El expresidente Martín Vizcarra (2018-2020) y su mujer, Maribel Díaz, recibieron sus dosis de ese cupo después de que, según el exgobernante, Málaga se las ofreciera. A pesar de las justificaciones dadas por el exmandatario, sus dosis no formaban parte del estudio, desarrollado por la Universidad Cayetano Heredia y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Tampoco lo fue la vacuna que recibió la exministra de Relaciones Exteriores Elisabeth Astete, que aún no aclara quién se la ofreció, ni las que recibieron funcionarios del Ministerio de Salud.
Hay muchas más vacunas de las que se desconoce el destino.
En las últimas horas se conocieron las renuncias de Astete, así como del viceministro de Salud Pública, Luis Suárez.
Con respecto a la canciller, el nuevo ministro de Salud, Oscar Ugarte, confirmó que su inmunización se hizo en enero pasado, “después de la firma del contrato” de compra de 38 millones de vacunas con Sinopharm, de China de las cuales el primer lote con un millón de dosis se acaba de recibir en el país.
“Estoy indignado y furioso por esta situación que pone en peligro todo el esfuerzo de los peruanos que trabajan en primera línea”, expresó Sagasti en declaraciones al programa Cuarto Poder.
El presidente añadió que “en nuestro país desgraciamente hemos visto el mal ejemplo de malos gobernantes”, al referirse a Vizcarra, que dijo haberse vacunado con una dosis de la fase experimental de Sinopharm en Perú.
Sagasti indicó que “ninguna” persona que se hubiera beneficiado de estas vacunas tendrá cabida en su gobierno, e informó que se abrió “abrió una investigación sumaria para esclarecer estos hechos”.
Aunque en otros países presidentes y funcionarios se han vacunado en público para dar el ejemplo, en Perú las críticas apuntan a que autoridades lo hicieron anticipadamente sin comunicarlo.
China, principal mercado de las materias primas que Perú produce, comenzó oficialmente en julio la inoculación a sus funcionarios con mayor riesgo de infección, entre ellos diplomáticos y empleados de empresas chinas en el exterior.