Ciudad del Vaticano.- La iniciativa del Papa Francisco de enviar un representante a la ceremonia en la que Nicolas Maduro asumió sus segundo mandato en Venezuela, no ha dejado de suscitar algunos interrogativos, sobre todo después de que los obispos locales calificaron al mandatario “ilegitimo e inmoral”.
Mientras que algunas fuentes llegan incluso a hablar de un “alejamiento del Vaticano por parte de la Iglesia venezolana”, otras aclaran que “históricamente el Estado papal nunca rompió relaciones con ningún país”, sino que “siempre ha buscado una puerta abierta para el dialogo” y subraya que el envío de una personalidad “de bajo nivel” como el diplomático monseñor George Koovakod, “quiso indicar en cierta forma el desagrado con lo que esta sucediendo en Venezuela”.
De hecho, los obispos de Venezuela se alinearon a las criticas del “Grupo de Lima” e impulsaron la resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA), que desconoció la legitimidad del nuevo mandato de Maduro. La posición del episcopado venezolano fue evidenciada por su presidente, monseñor Azuaje Ayala, el cual subrayo que “los obispos hemos encontrado que todos los males tienen una razón: la implementación de un proyecto político totalitario”.
El Papa Francisco ya había sido criticado tras su mensaje navideño, en el que no tomo posición contra la política de Maduro, por parte de 20 ex-presidentes latinoamericanos. Y si bien el Vaticano no se ha pronunciado oficialmente acerca de esta iniciativa, se señala por otra parte que la presencia del monseñor Koovakod en la asunción del poder de Maduro, debe verse “en la óptica del bien, del dialogo, de la no violencia, de la construcción de puentes y no de muros”.