El segundo tiroteo en menos de una semana en una tienda Walmart dejó al menos 20 muertos y 26 heridos, esta vez en El Paso, Texas, confirmaron autoridades.
"Veinte inocentes perdieron su vida hoy en El Paso y más de dos docenas más resultaron heridas", afirmó el gobernador de Texas, Greg Abbott, en rueda de prensa.
Junto a Abbott compareció Greg Allen, inspector de policía de la ciudad, quien remarcó que había, además, 26 personas heridas.
El sospechoso "es un hombre blanco de 21 años", pero Allen evitó identificarle por su nombre.
Afirmó, asimismo, que la investigación preliminar apuntaba "un vínculo con un delito de odio", sin ofrecer más detalles.
El sospechoso se entregó a los agentes de policía en el centro comercial sin ofrecer resistencia.
El ataque se produjo la mañana del sábado en el Walmart ubicado en el centro comercial El Paso Cielo Vista Mall, en el sur de El Paso, Texas, fronteriza con Ciudad Juárez, México.
Este tiroteo masivo es el número 249 de estas características que tiene lugar en Estados Unidos en lo que va de año.
Pánico y terror
Una mujer que se dirigía a hacer compras a Walmart declaró a Fox News que había escuchado "como fuegos artificiales" mientras buscaba un lugar para estacionar. "Me dirigí a la salida", contó.
"Vi a un hombre con una camiseta negra y pantalones de camuflaje que llevaba lo que parecía un rifle, apuntaba a la gente y disparaba directamente a ellos, vi a tres o cuatro cayendo al suelo", continuó.
La televisión estadounidense mostró a numerosos miembros de cuerpos de seguridad fuertemente armados en el área.
Otro testigo contó que ayudó a personas heridas en el estacionamiento del centro. "Desafortunadamente, perdimos a un señor", declaró a la televisión.
Balas frecuentes
En Estados Unidos los tiroteos son habituales. El martes, dos personas murieron y un policía resultó herido en otra tienda Walmart en Misisipi.
El domingo tres personas, incluido un niño de seis años, murieron por los disparos de un hombre de 19 años que abrió fuego en un festival gastronómico en Gilroy, California, al sur de San Francisco.
Como ocurre después de cada baño de sangre, varias voces se alzaron para exigir una mayor regulación del mercado de armas de fuego, algo que las altas esferas políticas no han abordado con firme decisión todavía.