RÍO DE JANEIRO. El uso de un francotirador de la policía para abatir a un hombre que había secuestrado un autobús y tomado 37 rehenes en Río de Janeiro generó este martes tanto júbilo por parte de las autoridades brasileñas como preocupación entre las organizaciones que critican la violencia policial.
El secuestro se registró a primera hora de ayer en medio del puente de 14 kilómetros que comunica a las ciudades de Río de Janeiro y Niteroi, por lo que inmediatamente paralizó esta metrópoli brasileña y causó conmoción general.
El hecho llegó a su fin casi cuatro horas después cuando un francotirador de élite de la Policía Militarizada abatió a tiros al secuestrador y permitió que los 37 rehenes fueran liberados ilesos.
Con el rostro oculto tras un pasamontañas y camuflado bajo una manta roja sobre un vehículo de bomberos, el francotirador, miembro del Batallón de Operaciones Especiales de la Policía, permaneció atento hasta el momento adecuado para "neutralizar" al secuestrador.
Tras el secuestro trascendió que el joven, que sufría de problemas de depresión, además del galón de gasolina y del encendedor con los que amenazaba incendiar el autobús, así como de un cuchillo grande y un 'teser' (arma de choque eléctrico), portaba un revólver de juguete.
Según los rehenes, el secuestrador, identificado como Willian Augusto da Silva, de 20 años, dijo que no iría a robar las pertenencias de los pasajeros y que lo hacía para "entrar a la historia".
La acción policial fue celebrada con júbilo por el gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, así como festejada en las redes sociales por el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ambos defensores de que la Policía pueda disparar contra criminales sin sufrir consecuencias judiciales.
Bolsonaro, por su parte, usó el Twitter para dar la enhorabuena a los agentes: "criminal neutralizado y ningún rehén herido. Hoy no habrá lágrimas de la familia de ningún inocente".
Witzel ha legitimado públicamente la letalidad policial contra delincuentes en las favelas y defiende que francotiradores de élite abatan a criminales que porten fusiles. Bolsonaro, de quien Witzel es un fiel admirador, también defiende que se otorgue este tipo de salvoconductos.
Entre enero y junio de este año, 881 personas murieron en Río de Janeiro durante operativos policiales, un 15% más que 2018 y una cifra récord en el histórico iniciado en 1998, según datos del Instituto de Seguridad Pública.