Mientras policías y militares custodian las calles de Ecuador o corren detrás de alertas de bombas, que en muchos casos resultan ser falsas, las cárceles siguen tomadas por las bandas que ordenan los ataques.
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Las cárceles son calificadas como “centros de operación de las organizaciones criminales”. Así las calificó el mismo presidente de la República, Daniel Noboa, cuando estaba en campaña.
Desde ahí, las bandas dedicadas al tráfico de drogas, de armas, trata de personas, secuestro, sicariato y extorsión, dan órdenes sobre las acciones en calles.
Información compartida por La Hora de Ecuador con El Sol de México señala que por eso, previo a los atentados en distintas ciudades del país el 8 de enero de 2024, los presos se amotinaron, se fugaron y secuestraron a 157 guías penitenciarios y 18 funcionarios administrativos.
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Sobre la situación, el Gobierno no transparentó las cifras de los secuestrados, sino hasta cuatro días después, cuando los guías penitenciarios presentaron una acción de habeas corpus y los familiares de los secuestrados hicieron plantones a las afueras de la cárcel de Cotopaxi.
Daniel Pontón, sociólogo y experto en seguridad, señala que si no se arregla la situación penitenciaria, nada va a cambiar en las calles.
Pese a eso, el Gobierno no ha dado luces sobre qué estrategia tiene para liberar a los rehenes, de quienes se desconoce sus condiciones de salud o de vida.
Extraoficialmente se sabe que los líderes de bandas quieren negociar y evitar ser trasladados a centros de máxima seguridad como La Roca.
“Porque un preso que es líder de una cárcel tiene un contingente de seguridad, si llega a La Roca solo y es más fácil que sus enemigos lo maten”, señala una fuente penitenciaria.
De hecho, esas serían las causas de fuga de dos lideres de bandas como Adolfo Macías, alias "Fito", de los Choneros; y Fabricio Colón Pico, alias "El Salvaje", de los Lobos.
Patricio Carrillo, exministro de Interior, señala que, una vez superada esta crisis, el Gobierno debe entender los procesos de seguridad física de los centros penitenciarios, lo que significa que los presos estén en lugares aislados con cercos dobles de seguridad, accesos limitados y que las celdas sean de características antivandálicas.